QUERIDO HIJO ESTAMOS EN HUELGA Querido_hijo__estamos_en_huelga_-_Jordi_Sierra_i_F | Page 54
Aquello tenía cada vez más mala espina.
Felipe se levantó y pasó por detrás de su padre
buscando el lugar por el que los marcianos de verdad
se habían apoderado de su cerebro. No vio nada. A lo
mejor eran esporas y las había respirado. O como el
bicho de Alien, que salía por el pecho.
—Recoge tú la mesa —ordenó el hombre y se
puso en pie todavía masticando el último bocado de
pizza—. ¡Vamos allá!
Lo vio caminar en busca de su butaca y del mando
de la consola.
Se sintió muy solo.
Muy mal.
Hizo lo que le decía, porque no tenía ni fuerzas para
discutir. Recogió la mesa, puso los platos en el
fregadero y se metió otra vez en su habitación. Tuvo
que cerrar la puerta porque el entusiasmo de su padre
rayaba en la locura. Cada vez gritaba más.
Puso música para no escucharle.
Leyó un poco más.
Una hora.
Cuando salió, los gritos seguían.