-Pos de ésos, y cuando ya nos encaminábamos a la Calandria por el senderito de la casa de Finita, el Pulgarcito de tantos brincos y jalones que rompe el mecate y que se me deja venir.
-¡Ájale amigo! Y tons ¿dónde te mordió? Porque de seguro eso de que perro que ladra no muerde son puros buenos deseos.
-Ha sido la mayor vergüenza de mi vida amigo don Chón, más que cuando me retire porque los hijos de doña Fina no querían verme.
-Dirá que cuando le metieron una corretiza los hijos de… doña Serafina.
-Pos eso dije, o más o menos. Pero volviendo al asunto, al escuchar los ladridos cada vez más cercanos empecé a buscar por los alrededores y cuando alcancé a divisar al endemoniado animal que se me veía encima, pos patas pa´que las quiero, volteé pa’todos lados y ni un triste arbolito pa’treparme. Y pos…
-Ya dígame que hizo viejo cotorro… porque el que por su gusto corre, nunca se cansa… o cuando menos eso se dice.
-Pos como no había pa´donde correr, que agarro a doña fina de los hombros, que lo que sea de cada quién trataba de calmar a la bestia endemoniada y estaba grite y grite al famoso Pulgarcito pa’que se calmara, y bueno que la pongo entre el animal del demonio y yo, y pos parecía que los tres estábamos bailando, porque pa’onde se movía el perro pos pa’ese lugar movía a la Finita que tenía las manos estiradas hacia el perro como queriendo agarrarlo; Siempre a tiempo para que quedara entre el inche pulgarcito y yo.
-No me diga don Cipriano…sé que la necesidad carece de ley, pero…
-Pos sí le digo don Chón, y mire que no le miento, porque no soy zacatón.
-Ta güeno mi amigo –dijo don Chón evitando a duras penas que le aflorara la sonrisa y cuidando el tono de vos preguntó- y luego… ejem, ¿cómo salió del entuerto?
-Pos entre ladrido del perro, el brinco del viejito y los gritos de Doña Fina, nos escucharon en la casa de la vecina que conoce bien al perro, supuso que algo pasaba y le avisó a su marido; se asomaron por la ventana y vieron toda la escena; corriendo se aproximaron con una soga, y entre los dos lazaron y amarraron al perro, que al sentirse lazado ya no ladraba… Inche animal del demonio, nada más se soltó pa´ponerme en vergüenza.
-Ah que don Cipriano…-don Chón aguardó unos segundos antes de continuar- no olvide que quien quiere a Beltrán, quiere a su can.
-Y que lo diga don Chón, la verdad después de ese momento no sabía dónde meterme y en honor a la verdad doña Fina, que es toda una dama, estaba agitada y medio despeinada por los jalones que le di, pero se desvivía en disculpas por el susto provocado por el Pulgarcito mientras trataba de alisarse el hermoso vestido blanco de encaje que llevaba. Pero los vecinos esos casi no podían aguantarse la risa, pujaban y carraspeaban para no carcajearse.
- ¿Y luego?- pregunto don Chón ya sin poder evitar una sonrisa-
-Pos tuve que apechugar, después de todo ese endemoniado animal no era cualquier cosa, y pos con esa masa hay que hacer tamales, muy serio me presente y les agradecí la ayuda a la pareja de vecinos. Y volteando con doña Fina le pregunte que si tenía inconveniente en marcharnos a lo que ella respondió un si con mucho entusiasmo; cerró el abanico, me agarró por el brazo y caminando unos metros más llegamos a la banqueta y dándole mi mano para ayudarla a subir, terminamos por subirnos a la Calandria, tomé las riendas lo más varonil y elegante que pude y arreé al caballo bayo.
-Y…¿luego?
-Luego don Chón… se inició la mágica noche y me sumergí en su magia.
QUE BONITO ES MANZANILLO PAGINA 9