QUE BONITO ES MANZANILLO NUMERO 23 | Page 17

a la bayoneta. El resultado fue de siete soldados muertos y nueve heridos. Al general Santa Anna, cuyo valor nunca fue puesto en duda, el cañonazo casi le cercena la pierna izquierda que luego tuvo que amputársele, pero que le valió la aclamación popular cuando entró a la ciudad de México en febrero de 1839 y le allanó el camino para ascender por quinta vez a la presidencia al mes siguiente.

Fotografía del general Antonio López de Santa Anna tomada en 1870 por George G Rockwood (1832-1911). Cortesía de …Sin embargo, la mutilación del general Santa Anna no habría de terminar ahí. La egolatría del caudillo y su oportunismo político exigían revestir de mayor lustre aquella pérdida. Fue así que, el 27 de septiembre de 1842, durante su sexta presidencia, hizo sepultar la pierna que le amputaran (previamente exhumada cerca del sitio donde la perdiera) en el cementerio de Santa Paula, en Ciudad de México, en medio de un vistosísimo desfile militar y de un ceremonial al que concurrieron políticos y miembros del cuerpo diplomático. Al respecto escribía Carlos M. de Bustamante: “se hizo un brillante entierro, desconocido para nuestros mayores, del miembro de un hombre aún vivo, al que concurrió, por la novedad y rareza de la función, la gente más ilustre de México y un inmenso pueblo atraído por este singular espectáculo”.

Pero el monumento y su curiosa reliquia no estaban destinados a durar mucho. Poco más de dos meses después de que “el quinceuñas” (como le apodaban sus enemigos por cuenta de su mutilación) abandonara la presidencia por octava vez, el populacho asaltó el mausoleo, extrajo la pierna y la arrastró por las calles de la capital, sin que nunca más llegara a conocerse su paradero: epílogo poco glorioso para la insólita y desmedida vanidad de un caudillo.

Luego de otros tres períodos presidenciales, siempre breves, la revolución liderada por Benito Juárez le impuso a Santa Anna un exilio de casi dos décadas. Aunque empobrecido (el Estado había dictado la confiscación de todos sus bienes luego de su último derrocamiento), regresó a México, ya octogenario —en 1874— para vivir poco más de dos años. En esa última etapa no faltaron los pícaros que intentaron venderle huesos o piernas momificadas afirmando que se trataba del miembro, una vez enterrado con honores, que terminara por ser víctima de la cólera popular. No hay pruebas de que Santa Anna les creyera.

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QUE BONITO ES MANZANILLO AGOST0 04 2014