QUE BONITO ES MANZANILLO NUMERO 23 | Page 16

LA PIERNA DEL GENERAL SANTA ANNA

…Es santa sin ser mujer,

es rey sin cetro real;

es hombre mas no cabal

y sultán al parecer.

Que vive debemos creer,

parte en el sepulcro está...

Y parte dándonos guerra

¿Si será esto de la tierra

o qué demonios será?

Esta coplilla satírica alude al general Antonio López de Santa Anna que, en el curso de veintidós años, llegara 11 veces a la presidencia de México, período durante el cual este país cedió más de la mitad de su territorio a los Estados Unidos. El sexto verso (“parte en el sepulcro está”) se refiere a uno de los episodios más absurdos y grotescos de la historia de América: el entierro con honores militares de la pierna izquierda del general.

Apenas dos años después de la batalla de San Jacinto (21 de abril de 1836) que decidió la independencia de Texas, México se enfrascaba en un nuevo conflicto, esta vez con Francia que exigía —con la presencia de una flota que bloqueaba los puertos mexicanos del Atlántico— una indemnización por agravios contra ciudadanos franceses en México, entre los que se contaba el que unos altos oficiales del Ejército habían consumido unos pasteles en la confitería de un francés y se habían marchado sin pagar. Tan ridícula razón le daría nombre a la contienda, la cual pasaría a la historia como “guerra de los pasteles”.

Santa Anna, que se había recluido en su hacienda luego de su derrota frente a los tejanos, se sintió movido a intervenir tan pronto supo que los franceses bombardeaban el castillo de San Juan de Ulúa en Veracruz y, pocos días después, el presidente Anastasio Bustamante lo nombraba comandante del ejército.

En la mañana del 5 de diciembre de 1838, los franceses desembarcaron en Veracruz y sostuvieron un reñido encuentro con los mexicanos. En la tarde, recibieron órdenes de retroceder, lo cual Santa Anna interpretó como derrota del enemigo y pasó a la ofensiva con unos 200 hombres. El general no advirtió, sin embargo, que los franceses habían emplazado una pieza de artillería a la entrada del muelle, la cual entró en acción en el momento en que la columna mexicana se acercaba para atacar a la bayoneta. El resultado fue de siete soldados muertos y nueve heridos. Al general Santa Anna, cuyo valor nunca fue puesto en duda, el cañonazo casi le cercena la pierna izquierda que luego tuvo que amputársele, pero que le valió la aclamación popular cuando entró a la ciudad de México en febrero de 1839 y le allanó el camino para ascender por quinta vez a la presidencia al mes siguiente.

Santa Anna nació el 21 de febrero de 1795 y murió el 21 de junio de 1877.

Por: Roberto Andrade Jiménez

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