Y ansina lo dice actualmente el artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Lo que expropió mi Gral. Lázaro Cárdenas fueron: “la maquinaria, instalaciones, edificios, oleoductos, refinerías, tanques de almacenamiento, vías de comunicación, carros-tanque…
Si, si don Cipriano –interrumpió don Chon- también las estaciones de distribución, embarcaciones o sea que para que usted suelte el micrófono, Cárdenas Expropió todos los bienes de las empresas extranjeras.
Újule, ni que fuera para tanto –dijo don Cipriano fingiéndose ofendido- siendo su merced tan dejadito, ya mero me cuenta que le dicen el mudito.
No se me sulfure don Cipriano, lo que pasa es que me emociono y se me cuecen las habas por hablar, y me bullen las ideas y en un de repente se me van pal’monte si no las digo.
Ta’güeno, entendido y anotado mi viejo amigo, pero no le saque al tema; Cárdenas, primero, nunca expropio el petróleo porque ese ya era nuestro, y segundo, solo se expropiaron los bienes de las empresas como ya dijo su merced
Don Chón tomo aire y dijo- ¡clarines, mi estimado!, tan llena tiene la boca de razón que hasta escupe al hablar; Y tercero… tampoco prohibió la inversión extranjera ni privada en estos asuntos. mi Gral. Cárdenas, si no me falla la tetera, en 1939 reformó el art. 7° de la Ley petrolera, para incluir un párrafo que decía: “podrán celebrarse contratos con los particulares, a fin de que éstos lleven a cabo, por cuenta del Gobierno Federal, los trabajos de exploración y explotación, ya sea mediante compensaciones en efectivo o equivalentes a un porcentaje de los productos que se obtengan”…
¡No sé porque diantres se cambiaron las cosas!
¿Cuáles cosas? –preguntó don Chón
Pos eso mesmo, de que se expropió el petróleo para beneficio de los mexicanos, o séase, nosotros y todo el rollo y el arguende con este tema que hasta estaba en los libros de texto.
Yo le digo viejito, nomás no me salga con que soy picudo, y no sé qué tanto.
¡Ah que mi pipiripao!, usted déjese venir como el borras. Ándele, ¡suminístrele! mi Juan Camaney
Don Chón pensó unos segundos en responder a las bromas, pero eran tantas sus ganas de hablar del tema que ignoró las puyas y respondió la pregunta de su amigo- mire, en opinión de mi padre que es la mía, el “Tata” no tenía ni pizca de tonto, era progresista, cambió el art. 7° de la Ley petrolera y otras leyes, por conveniencia ya que: si se buscaba petróleo y no se encontraba en un plazo dado, El gobierno no perdía nada, y si había petróleo, las ganancias se repartiría entre el Gobierno y el particular según lo acordado.
Mmm –inició don Cipriano- este rollo no me responde la duda, mí nunca bien ponderado compañero.
Pos déjeme terminar… -dijo don Chón, inspiró hondo y continuó- Inclusive don Manuel Ávila Camacho, tres años después, e l 3 de mayo de 1941, envió al congreso de la Unión, una iniciativa para modificar la Ley Petrolera para facilitar más la participación de dineros privados en el asunto del petróleo.
Don Cipriano con una mirada conspicua le dijo a su vecino de asiento- usted me recuerda a aquella canción de finales de los 60’s, que decía “Palabras, palabras, palabras” sigue con su bla, bla, bla, y casi le sale humo de la choya pero no me dice… ¿cómo chingáo terminamos así?