¡¿Otra vez la mula al trigo?!- increpó don Cipriano ligeramente molesto- ¡Te digo que no fue solo Moisés Sáenz, también fue Vasconcelos!
Ta´güeno, ta´güeno – respondió don Chón en tono conciliador- no se me arrugue tanto, entonces repitiendo… el ideal de un sistema educativo homogéneo que integrara el mosaico étnico, social y cultural como proyecto de unidad nacional fue de José Vasconcelos y Moisés Sáenz.
Sí amigo Chón respire hondo, así fue, ellos definieron los programas de la Secretaría de Educación Pública de 1921-1930; que por cierto fue creada el 28 de septiembre de 1921, y a diferencia de la de don Porfis tenía jurisdicción nacional…
En ese instante una voz interrumpe toda conversación entre los dos amigos, una voz femenina, firme pero ligeramente cascada que en tono alto y jovial dijo:
¡Ya llegó la Fina, ya llegó el desmonte! Y al que no le guste que chi…
¡Hola Fina, pero si va a temblar!- dijo don Chón sorprendido y alegre al ver a la señora que se aproximaba ayudada por un bastón muy elegante, que usaba de tal forma que parecía que lo llevaba de adorno.
Hola Serafina – dijo don Cipriano igualmente sorprendido y tartamudeando, un poco chiveado- ¿Cómo estás? ¿Qué milagro?, ven siéntate aquí a nuestro lado.
Pero de que los hay, los hay –dijo don Chón sonriendo- bájale de volumen mi estimado don Juan… si hasta me acordé de la canción Penélope, la de Serrat.
El que se lleva, se aguanta don Chón, luego no esté chillando, ahora me resultó muy conocedor de Joan Manuel Serrat, pero se me hace que es como el burro que tocó la flauta.
Ya, ya, ya… si de verdad son genio y figura hasta la sepultura, no han cambiado nada, siguen peleándose a cada rato, mis gallitos –dijo doña Serafina después de sentarse bastante derecha y dignamente, disimulando casi por completo la falta de aire y el dolor de las articulaciones-
Pa que te digo que no…- respondió don Chon contento con el comentario.
Pos no, no es verdad, yo solo corregía a mi pequeño saltamontes- terció don Cipriano.
Sin hacer caso a los comentarios de los dos viejitos la recién llegada continuo con lo suyo- uff que calor, como se desacostumbra uno, ájele que bonito se puso este lugar, las jacarandas tan hermosas, y los rojos que brotan por ahí de los tabachines… ¡ah! Y allá a lo lejos que enorme y hermosa Parota.
¡Síguele, síguele mujer!, si hasta parece que se te olvidó que debes venirte por la sombrita, y no te hagas que la virgen te habla, porque ni te pela- dijo don Cipriano
A que mi viejito, no has cambiado nadita, nadita, sigues con el genio disparejo, si hasta pareces perro de azotea, amarrado y neurótico.
Ándale don Cipriano –intervino don Chón- con la Fina no se meta porque sale raspado, ya hasta le dijeron perro.
¡Perro pero no para tu casa mujer! y de frustrado ni tantito, solo que no recordaba que eres buena para sacarme la muina; y de todos modos me da gusto verte, aunque continúes sintiéndote de terciopelo y aquí mi amigo y yo, según tú, solo seamos de medio pelo.
Que paso don Cipriano, mejor ni me ayude –protestó don Chon- será el sereno pero cuando menos el pelo y el medio pelo se peinan, de lado o de rayita en medio.