Psicología, Deporte y Actividad Física. Investigaciones Aplicadas | Page 84

Es fácil observar que el predominio de la intervención cognitiva en esta tercera elección, fue seguido por el uso de la imaginación como procedimiento. Se conoció que en muchas ocasiones ambas intervenciones se realizan juntas. Al realizar representación ideomotora o visualización de acciones perfectas, los psicólogos introdujeron elementos comportamentales coherentes, por lo general aprendidos y entrenados de manera independiente, pero unificados durante las prácticas en visualización. Tal procedimiento resultó preferido por una mayoría de los colegas entrevistados. Algo similar ocurrió con las intervenciones cognitivo-conductuales, que ocuparon el tercer lugar de preferencia. Con el propósito de determinar si esta distribución de intervenciones goza de consistencia interna y obedece a determinado criterio y no al azar, se aplicó un test k-s de probabilidad Lilliefors, el cual mostró significación estadística (p < .01). A la hora de interpretar este resultado, conviene recordar que Johnson en Estados Unidos y Puni en la antigua Unión Soviética, se ocuparon durante muchos años de las emociones que anteceden el inicio de las competencias, también denominadas “pre arranque”, las cuales fueron clasificadas en varios tipos y enfrentadas con técnicas diferentes, que buscan superar el disconfort pre competitivo que se suponía asociado a peores rendimientos. Luego –como se conoce- los psicólogos se percataron de que el pre arranque no guardaba estrecha relación con el desempeño competitivo, ya que cuando “suena el pitazo” estas emociones precompetitivas se convierten rápidamente en historia, y el deportista se desarrolla de una manera poco predecible en las competencias. Quedó así reducido el pre arranque a vivencias que conviene controlar para intervenir en casos extremos, o en aquellos que trascienden el momento competitivo y afectan el rendimiento. Durante los años 80, al calor de interesantes e interdisciplinarias investigaciones acerca de la respuesta de estrés, los psicólogos deportivos comenzaron a hablar de eutrés y distrés, de catecolaminas, cortisol y otras hormonas que se convirtieron rápidamente en valiosos indicadores de la respuesta emocional, que sí se observó asociada a determinados rendimientos. (González, 2001, 2007). En el trabajo con las emociones son las intervenciones psicofísicas las más recurridas pero, si nos fijamos en los datos que se presentan, vemos que estuvieron subordinadas (y asociadas a la vez) a las cognitivas y cognitivo-conductuales. Un ámbito en el que nuestros psicólogos utilizaron la mencionada combinación de visualización y procedimientos psicofísicos fue durante la rehabilitación de lesiones deportivas. Hay que tener en cuenta que casi todos los trabajos de la especialidad dedican 76