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Sitúa a los estudiantes en un papel de profesionales activos que intentan resolver un
problema o situación próxima a la realidad.
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Requiere de conocimientos integrados e interdisciplinarios, forma al estudiante para la
vida real y generarles responsabilidad para asumir sus retos.
El precursor de esta corriente didáctica fue George Polya, con su libro “How to solve it”
(1945). Para Polya (1957) citado por Llanos (2011), el núcleo fundamental de la actividad
matemática es sin duda la resolución de problemas, la investigación actual en Educación
Matemática consagra una buena parte de sus esfuerzos en desentrañar en qué consiste la
actividad eficaz de resolución de problemas y cuáles son los mecanismos adecuados para
conseguir que los estudiantes logren convertirse en expertos resolviendo problemas.
Sus aportes consistieron principalmente en proponer un modelo del proceso de resolución de
problemas, con el que intentó sistematizar las fases y las heurísticas útiles en dicho proceso.
Las fases propuestas son:
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Comprender el problema: consiste en saber qué es lo que se pregunta y cuál es la
información que se da y las condiciones que caracterizan el problema.
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Concebir un plan: hace que entre en juego la necesidad de recurrir a la experiencia, a la
forma en que se han solucionado problemas anteriores, a los conocimientos adquiridos, a
comparar una situación con hechos conocidos o ayudarse al solucionar problemas más simples, a
aplicar las condiciones dadas una tras otra hasta completar las solicitadas en el problema.