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La capacidad de una organización para innovar, cambiar e
incorporar aprendizaje se relaciona directamente con el valor
de la organización.
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Únicamente a través de la capacidad de aprender de su
propio actuar, de lanzar nuevos productos y servicios, de
crear más valor para los clientes y de mejorar la eficiencia
operativa continuamente, la organización puede penetrar
nuevos mercados e incrementar las ventas y sus márgenes,
crecer y sobre todo, crear valor para sus accionistas, sus
clientes internos y el consumidor final.
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El aprendizaje de la organización se convierte en una ventaja
competitiva y se integra al mejoramiento continuo de la
organización.
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El aprendizaje es cooperativo y tiene que ser de los equipos
y de los individuos. Las que aprenden son las personas.
Figura 2. Indicadores Clave. Capital Intelectual.