En esa época vivía con su hermana, su hija y sus nietos en la calle Cuyo, actual
Sarmiento 1251.
En 1879 asumió como ministro del Interior de Avellaneda, pero por diferencias
políticas con el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, renunció al mes de haber
asumido.
Durante la presidencia de Roca ejerció el cargo de Superintendente General de
Escuelas del Consejo Nacional de Educación. En la época en que Sarmiento fomentaba
la educación popular, el índice de analfabetos era altísimo. En el campo había muy
pocas escuelas porque la mayoría de los estancieros no tenían ningún interés en que los
peones y sus hijos dejaran de ser ignorantes. Cuanta menos educación tuvieran más
fácil sería explotarlos.
Pero Sarmiento trataba de hacerles entender que una educación dirigida según las
ideas y los valores de los sectores dominantes, lejos de poner en peligro sus intereses,
los reproducía y confirmaba. "Para tener paz en la República Argentina, para que los
montoneros no se levanten, para que no haya vagos, es necesario educar al pueblo en la
verdadera democracia, enseñarles a todos lo mismo, para que todos sean iguales... para
eso necesitamos hacer de toda la república una escuela."
De todas formas le costó muchísimo convencer a los poderosos de que les convenía la
educación popular y recién en 1884, logró la sanción de su viejo proyecto de ley de
educación gratuita, laica y obligatoria, que llevará el número 1420.
Una de sus últimas actuaciones públicas data de 1885. El presidente Roca prohibió a
los militares emitir opiniones políticas. Sarmiento, que no podía estar sin expresar su
pensamiento, decidió pedir la baja del ejército, y opinar libremente a través de las
páginas de su diario
En el invierno de 1888 se trasladó al clima cálido del Paraguay junto a Aurelia Vélez, la
hija de Dalmacio Vélez Sarsfield, autor del Código Civil. Aurelia fue la compañera de
Sarmiento durante los últimos años de su vida. Murió el 11 de septiembre de ese año,
en aquel país, como su hijo Dominguito.
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