Sarmiento llegó a Nueva York en mayo de 1865. Acababa de asumir la presidencia
Andrew Johnson en reemplazo de Abraham Lincoln, asesinado por un fanático racista.
Sarmiento quedó muy impresionado y escribió Vida de Lincoln. Frecuentó los círculos
académicos norteamericanos y fue distinguido con los doctorados "Honoris Causa" de
las Universidades de Michigan y Brown.
Mientras Sarmiento seguía en los Estados Unidos, se aproximaban las elecciones y un
grupo de políticos lo postuló para la candidatura presidencial. Los comicios se
realizaron en abril de 1868 y el 16 de agosto, mientras estaba de viaje hacia Buenos
Aires, el Congreso lo consagró presidente de los argentinos. Asumió el 12 de octubre
de ese año.
Cuando Sarmiento asumió la presidencia todavía se combatía en el Paraguay. La guerra
iba a llevarse la vida de su querido hijo Dominguito. Sarmiento ya no volvería a ser el
mismo. Un profundo dolor lo acompañaría hasta su muerte.
Durante su presidencia siguió impulsando la educación fundando en todo el país unas
800 escuelas y los institutos militares: Liceo Naval y Colegio Militar.
Sarmiento había aprendido en los EE.UU. la importancia de las comunicaciones en un
país extenso como el nuestro. Durante su gobierno se tendieron 5.000 kilómetros de
cables telegráficos y en 1874, poco antes de dejar la presidencia pudo inaugurar la
primera línea telegráfica con Europa. Modernizó el correo y se preocupó
particularmente por la extensión de las líneas férreas. Pensaba que, como en los
EE.UU., el tren debía ser el principal impulsor del mercado interno, uniendo a las
distintas regiones entre sí y fomentando el comercio nacional. Pero éstos no eran los
planes de las compañías británicas inglesas, cuyo único interés era traer los productos
del interior al puerto de Buenos Aires para poder exportarlos a Londres. En lugar de
un modelo ferroviario en forma de telaraña, o sea interconectado, se construyó uno en
forma de abanico, sin conexiones entre las regiones y dirigido al puerto. Este es un
claro ejemplo de las limitaciones que tenían los gobernantes argentinos frente a las
imposiciones del capital inglés. La red ferroviaria pasó de 573 kilómetros a 1331 al
final de su presidencia.
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