Portaligas #02 - Especial Copa de Oro COF - Copa Confederacio | Page 62
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ANALISIS
20 de Holanda 2005 y Canadá 2007, su-
mando la metodología y concientización
para competir en el alto rendimiento que
infundió Bielsa, se instaló en la élite del
fútbol mundial como nunca ocurrió en la
historia de la Roja.
Chile concurre a la Copa Confederacio-
nes y lo hace con justicia. El torneo donde
el anfitrión del próximo Mundial, en este
caso Rusia, pone a prueba sus estadios,
aeropuertos, hoteles, sistemas de trans-
porte justo un año antes del campeona-
to que ideara Jules Rimet en 1904, es el
premio que estos jugadores merecen por
su jerarquía, persistencia y ambición.
Casi como un guiño, la revisión de esa
caída ante Suiza en Viena nos permite
recordar que de esa formación titular
sobreviven el arquero y capitán Clau-
dio Bravo, Mauricio Isla, Arturo Vidal y
Alexis Sánchez. A ellos se sumó pronto
Gary Medel, quien con sus goles a Boli-
via en La Paz en junio de 2008, cuando el
triunfo para llegar a Sudáfrica era deter-
minante, se transformó en un símbolo.
Gonzalo Jara y Jean Beausejour son los
otros nombres de esa etapa fundacional
que en Moscú, a partir del 18 de junio,
tienen el reto de seguir derribando mi-
tos.
Ganar la Copa América 2015 dio a Chile
la clasificación a la Copa Confederacio-
nes. Un torneo reservado para el orga-
nizador del Mundial
(Rusia), el cam-
peón del mundo
(Alemania) más
los vencedores
de los certá-
menes continentales: Portugal (UEFA),
México (Concacaf), Camerún (CAF), Aus-
tralia (AFC) y Nueva Zelandia (OFC). Opo-
nentes de envergadura variada, donde
germanos (a pesar de concurrir con su
equipo B) y portugueses (eventual se-
mifinal o final) asoman como los rivales
más duros. Un lujo impensado hace una
década, que premia el ascenso sin pausas
de un plantel capaz de soportar cambios
de mano en la banca, con la adaptación
necesaria para sumar a los jugadores que
fueron irrumpiendo mientras varios de
los fundadores cedieron su lugar por le-
siones, edad o bajas de rendimiento.
Ahí radica uno de los méritos de este
contingente. La partida de Bielsa, lue-
go de una correcta Copa del Mundo en
Sudáfrica 2010, significó un golpe que
supieron absorber. Las transiciones luego
de un ciclo exitoso suelen ser traumáti-
cas. A primera vista, por sus resultados
en Colo Colo y conocimiento de buena
parte de los protagonistas, se pensó que
Claudio Borghi mantendría la solidez del
proyecto. Los resultados y la conducta de
los jugadores, dentro y fuera de la can-
cha, precipitaron la salida del campeón
del mundo en Argentina 1986.
En un momento delicado, con dudas so-
bre la clasificación a Brasil 2014, el arribo
de Jorge Sampaoli trajo el impulso que
el equipo necesitaba. A pesar de la de-
rrota en Lima (1-0), en marzo de 2013,
hubo la sensación de que se recuperaba
la memoria. Chile venció a Uruguay en
Santiago y el pasaje a la novena partici-
pación en la Copa del Mundo resultó casi
un trámite. Con el nuevo seleccionador
argentino en la banca, la Roja ofreció un
buen Mundial. La Víctoria sobre España
en el Maracaná significó la eliminación
del entonces campeón del mundo y de
Europa, ubicándose como hito del proce-
so del entrenador que consiguió con Uni-
versidad de Chile la Copa Sudamericana.
EL NUEVO ESTATUS
La eliminación en el estadio Mineirao
ante Brasil, en definición por penales,
luego que Mauricio Pinilla estrellara un
derechazo en el travesaño en el minuto
119, generó dolor, pero también el desa-
fío de dar un salto de calidad. El compro-
miso del plantel en el vestuario, de alzar
la Copa América 2015, anunciado por
los jugadores en la zona mixta, cuando
abandonaban el campo de Cruzeiro, pa-
reció una mochila innecesaria. Nadie lo
exigía, pero el espíritu ganador y trans-
gresor apareció una vez más.
Con matices, a partir de la derrota 2-0
ante Holanda en el Arena do Corinthians
durante la fase de grupos del Mundial,
Chile fue creciendo como fuerza colecti-
va. Levantar la Copa América el 4 de julio
de 2015 no sólo terminó con un siglo sin
gritar campeones. Esa vuelta olímpica
consagró el proyecto que nació en 2007
y puso de manera definitiva a estas ge-
neraciones de jugadores en otro nivel. Y
decimos generaciones y no generación
porque su base no se remite sólo al cua-
dro que obtuvo el tercer lugar en el Sub
20 de Canadá, como se ha instalado de
manera errónea.
El prestigio paulatino, pero sostenido,
encontró un título en el cual afirmarse. La
selección chilena daba su primera vuelta
olímpica y lo hacía ante Argentina, su ri-
val más duro desde 1910. La Víctoria por
penales, luego de igualar 0-0, asemejó
a conquistar el Everest. Mientras el país
lloraba la repentina muerte de Carlo de
Gavardo, el Estadio Nacional dejaba de
ser un muro de los lamentos para conver-
tirse en un sitio donde el fútbol chileno
iniciaba una nueva era.
Por eso fue tan relevante que Gonzalo
Higuaín marrara esa ocasión en los des-
cuentos en el arco norte de Ñuñoa. Si Ar-
gentina anotaba ese tanto, en el epílogo,
esta crónica no se hubiera escrito y nues-
BRAVO Y LA CONFIANZA
El 8 de octubre de 2005 Nelson Acosta decidió ponerlo de titular en la selección chilena, en un
partido decisivo frente a Colombia en Barranquilla, por las eliminatorias a la Copa del Mundo de
Alemania. Un empate 1-1 selló la jornada y casi las últimas opciones de la Roja en esas clasificato-
rias. En una tarde amarga, Claudio Bravo fue el gran ganador. Tomó el arco y no lo soltó más.
Con 112 partidos internacionales hasta el 31 de mayo, es el jugador que más veces vistió la ca-
miseta de la selección nacional. Después de su excelente paso por el FC Barcelona, recaló en el
Manchester City. Con una estructura defensiva que dio ventajas, perdió la titularidad, pero sobre el
final de la temporada Josép Guardiola le devolvió la portería. Todo iba bien hasta que el 27 de abril
se lesionó ante el Manchester United.
La Copa Confederaciones es el espacio donde Bravo debiera recobrar la confianza que extravió en el
duro enero de la Premier League. Su liderazgo es fundamental en una escuadra que lo tiene como
pilar fundamental.