POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS Hemingway,Por quien doblan las campanas (1) | Page 70
y en la cuarta cara, que es la que está al borde del peñasco, hay una
hilera de árboles. Abajo, mucho más abajo, corre el río. Hay cien metros
a pico desde allí hasta el río.
»Pablo lo organizó todo como para el ataque al cuartel. Primero hizo
cerrar las calles con carretas, como si preparase la plaza para una
capea, que es una corrida de toros de aficionados. Los fascistas estaban
todos encerrados en el Ayuntamiento, que era el edificio más grande que
daba a la plaza.
En el edificio se encontraba un rel oj empotrado en la pared, y, bajo las
arcadas, estaba el club de los fascistas y en la acera se ponían las
mesas y las sillas del club, y era allí, antes del Movimiento, en donde
los fascistas tenían la costumbre de tomar el aperitivo. Las sillas y las
mesas eran de mimbre. Era como un café, pero más elegante.»
—Pero ¿no hubo lucha para apoderarse de ellos?
—Pablo había hecho que los detuvieran por la noche, antes del ataque al
cuartel. Pero el cuartel estaba ya cercado. Fueron detenidos todos en su
casa, a la hora en que el ataque comenzaba. Eso estuvo muy bien pensado.
Pablo es buen organizador. De otra manera hubiera tenido gente que le
hubiese atacado por los flancos y por la retaguardia mientras asaltaba el
cuartel de la guardia civil.
Pablo es muy inteligente, pero muy bruto. Preparó y ordenó muy bien el
asunto del pueblo. Mirad, después de acabar con éxito el ataque del
cuartel, rendidos y fusilados contra la pared los cuatro últimos
guardias, después que tomamos el desayuno en el café que era siempre el
primero que abría, por la mañana, y que es el que está en el rincón de
donde sale el primer autobús, Pablo se puso a organizar lo de la plaza.
Las carretas fueron colocadas exactamente como si fuese para una capea,
salvo que por la parte que daba al río no se puso ninguna. Ese lado se
dejó abierto. Pablo dio entonces orden al cura de que confesara a los
fascistas y les diera los sacramentos.»
—Y ¿dónde se hizo eso?
—En el Ayuntamiento, como he dicho. Había una gran multitud alrededor, y
mientras el cura hacía su trabajo dentro, había un buen escándalo fuera;
oíanse groserías, pero la mayor parte de la gente se mostraba seria y
respetuosa. Quienes bromeaban eran los que estaban ya borrachos por haber
bebido para celebrar el éxito de lo del cuartel, y eran seres inútiles
que hubieran estado borrachos de cualquier manera.
»Mientras el cura seguía con su trabajo, Pablo hizo que los de la plaza
se colocaran en dos filas.
»Los distribuyó en dos filas como suelen colocarse para un concurso de
fuerza en que hay que tirar de una cuerda, o como se agrupa una ciudad
para ver el final de una carrera de bicicletas, con el espacio justo
entre ellos para el paso de los ciclistas, o como se colocan para ver el
santo al pasar una procesión. Entre las filas había un espacio de dos
metros y las filas se extendían desde el Ayuntamiento atravesando la
plaza, hasta las rocas que daban sobre el río. Así, al salir por la
puerta del Ayuntamiento, mirando a través de la plaza, se veían las dos
filas espesas de gente esperando.
»Iban armados con bieldos, como los que se usan para aventar el grano, y
estaban separados entre sí por la distancia de un bieldo. No todos tenían
bieldo, porque no se pudo conseguir número suficiente. Pero la mayoría
tenían bieldos que habían sacado del comercio de don Guillermo Martín, un
fascista que vendía toda clase de utensilios agrícolas. Y los que no
tenían bieldo llevaban gruesos cayados de pastor o aguijones de los que
se usan para hostigar a los bueyes, u horquillas de madera de las que se
utilizan para echar al viento la paja después de la trilla. También los