Perifèria. Cristianisme, Postmodernitat, Globalització 6/2019
dad que transciende las fronteras de to-
dos los grupos humanos, incluyendo así
algún tipo de referencia a la “totalidad” de
lo real, e incluso transcendiendo cualquier
posible totalidad. En estos casos, el ser
humano encuentra una identidad que no
pende de las cosas, sino del surgir de to-
das ellas, y que enlaza directamente con
su carácter personal, esto es, con los ac-
tos que “persuenan” en su carne.
Lo mismo podría decirse, por supuesto,
del cristianismo, sobre todo a partir del
“giro constantiniano”, que culmina con
la creación, después de la reforma, de
“iglesias nacionales”, o de iglesias cató-
licas con un profundo sabor nacional. 20
La presunta separación entre iglesia y es-
tado, conseguida en las colonias ameri-
canas, no ha podido evitar las alianzas,
a veces enormemente militantes, entre
las supuestas “iglesias libres” y el nacio-
nalismo norteamericano, incluso cuando
este último adopta, en la era del nacio-
nal-populismo, las formas más grotesca-
mente paganas. Ahora bien, al menos en
el caso del cristianismo, se puede argu-
mentar que esta alianza con el estado no
es constitutiva. De hecho, necesitó varios
siglos para surgir por primera vez en la
historia. La razón puede estar en un mo-
mento radical, detectable en los mismos
orígenes cristianos, y que toca de nuevo
la formación de las identidades.
Obviamente, este tipo de identidades no
siempre se logran. La idolatría sustituye el
acto puro del surgir de todas las cosas por
alguna cosa concreta en la que se trata
de localizar la divinidad. Tales “cosas”, y
los templos que las contienen, pasan en-
tonces a formar parte de los distintos sis-
temas de poder, que por su parte quedan
entonces divinamente legitimados. Ahora
bien, uno de los ídolos más poderosos es
la bandera. Muchas de las llamadas reli-
giones “universales” están en realidad vin-
culadas a diversos tipos de nacionalismo.
Pensemos, por ejemplo, en la “hinduidad”
(hindutva) y su creciente relevancia políti-
ca. En el Islam, el presunto universalismo,
superador de toda idolatría, se vincula en
realidad a la constitución de un estado
concreto, es decir, un califato, difícilmen-
te separable de la identidad árabe. De
ahí que mucho del llamado “fundamen-
talismo islámico” pueda ser entendido
dentro de lo que aquí hemos calificado
como “nacional-populismo”. Igualmente,
el auge del sionismo después de la Shoah
ha frustrado la relativa universalidad del
judaísmo sinagogal.
Se puede leer el llamado “Sermón del
monte” (Mt 5-7) desde la perspectiva de
la formación de identidades. De lo que
se trataría, en este texto, es de la consti-
tución de una identidad propia del Israel
mesiánico. Ahora bien, curiosamente,
el presunto Mesías no apela a la cons-
titución de un estado nacional, sino que
explícitamente renuncia al mismo, y a la
violencia que le es constitutiva. ¿Cómo
se constituye entonces la identidad del
nuevo Israel, según la propuesta del
Mesías? Toda identidad históricamen-
20 Cf. J. H. Yoder, The Priestly Kingdom. Social
Ethics as Gospel, Notre Dame (Indiana), 2011, pp.
135-147.
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