Perifèria. Cristianisme, Postmodernitat, Globalització 6/2019
te concreta se nos ha mostrado como
una identidad “tribal”, caracterizada por
la distinción, simbólicamente mediada,
entre “ellos” y “nosotros”. Ahora bien, la
propuesta mesiánica consiste en una re-
definición de la identidad del “nosotros”.
Ciertamente, se sigue afirmando la dife-
rencia radical entre el Israel redefinido y
las naciones. Pero esta diferencia con-
siste en hacer precisamente lo que no
hacen las naciones: la superación de la
diferencia con los “otros”. Esto es preci-
samente lo que, en este contexto, signi-
fica el amor a los enemigos, el saludar a
los que no saludan, etc.
abriendo la posibilidad de una revolución
universal y pacífica para constituir una
nueva humanidad. Paradójicamente, el
judaísmo sinagogal y rabínico estuvo mu-
cho más cerca de esta perspectiva, pro-
pia del Mesías y sus primeros seguidores,
que el “cristianismo” constantiniano, cuya
aceptación de la tentación davídica con-
tagió todos los movimientos de liberación
nacidos en territorio europeo, incluso
hasta el presente. 21 ¿Tenía que ser así?
Posiblemente la realización de un verda-
dero éxodo, el éxodo del Mesías, implica
la necesidad de una sanación revolucio-
naria y radical del corazón humano, sin
la cual éste opera una y otra vez como
una verdadera “fábrica de ídolos”. En el
fondo, los mismos dinamismos que lle-
van a determinar tribalmente la identidad
humana son los mismos que llevan a su
cosificación y a las vanas pretensiones de
justificación mediante los resultados de
las propias acciones. Por eso, sin el triun-
fo de la pura gratuidad no hay posibilidad
radical de liberación.
El Mesías esboza de esta manera la iden-
tidad de un pueblo que encuentra su
identidad paradójicamente diferenciadora
en la superación de todo “nosotros” tribal.
Un pueblo en el que, más que nunca, no
caben los ídolos. Surge así una identidad
simbólicamente mediada, como definición
de un grupo concreto en la historia de la
humanidad. Pero no es una renuncia a la
identidad, sino más bien una “identidad
de la no identidad”. Solamente mediante
esta peculiar negación de las identidades
tribales se puede aspirar a una identidad
que, siendo concretamente histórica,
contenga también en sí misma el germen
de una alteridad verdaderamente univer-
sal, capaz no sólo de integrar a toda la
humanidad, sino de integrar también la
radical individualidad de la identidad car-
nalmente constituida.
¿Quién puede combatir contra la bestia?
Un pueblo mesiánico, acorde al mesiaz-
go del Mesías. Ahora bien, la posibilidad
personal de una gratuidad sin restriccio-
nes, libre de toda auto-justificación, no
es históricamente evidente, ni accesible
para todos, pues solamente puede ser
gratuita si es recibida. Y esto es esencial,
porque la aportación de la fe a la transfor-
mación humana no estriba radicalmente
en sus propuestas éticas o políticas, y su
Una perspectiva así, obviamente, requería
la renuncia mesiánica al mito del estado,
21 Cf. J. H. Yoder, The Jewish – Christian Schism
Revisited, London, 2003.
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