Populismos periferiacpg-2019 | Page 78

Perifèria. Cristianisme, Postmodernitat, Globalització 6/2019 pensado que todas ellas son actividades igualmente progresistas, cuando lo único que tienen en común es que se oponen a lo que el difunto dictador hubiera he- cho. Tal vez de ahí el interés en sacarlo de su tumba, resucitándolo simbólicamente, como vía desesperada para la definición de la propia identidad. enteras desilusionadas por los discursos demagógicos, arruinadas y hambrien- tas. Ciertamente, la defensa de la liber- tad individual (“la libertad de elección”, como se dice tautológicamente) es un elemento indispensable de todo auténti- co interés en el futuro de la humanidad. Pero cabe también pensar que, como se ha visto tantas veces, es precisamente la familia estable la que se convierte en una última tabla de salvación cuando arrecian las crisis que inexorablemente vendrán si las estructuras económicas globales no son radicalmente revisadas. Una mezcla de nacional-populismo y de neoliberalis- mo no es necesariamente la mejor receta para el futuro, ni la mejor definición de una verdadera esperanza para la humanidad. La humanidad posiblemente requiere una izquierda inteligente, no una izquierda aferrada a las inercias del siglo pasado. Y esto significa pensar qué es lo que se quiere, por qué se quiere, y cuáles son los medios adecuados para conseguirlo. La disolución hermenéutica posiblemen- te refleja bien el resquebrajamiento de los esquemas pasados. Pero no es suficiente para presentar alternativas a un capitalis- mo desbocado y a un nacional-populis- mo que sí saben bien lo que desean. El pensar crítico no puede ser verdadera- mente crítico sin unas referencias éticas y utópicas, sin las cuales es imposible presentar alternativas que sean distintas y atractivas. ¿Se quiere realmente buscar el bien de la humanidad? ¿Se puede al- canzar el bien de toda la humanidad, y del planeta que habita, en el marco del pre- sente sistema económico? ¿Hay alguna alternativa viable al mismo? En realidad, el único punto en el que la agenda de la izquierda post-revoluciona- ria es verdaderamente anti-capitalista, sin identificarse con el nacional-populismo ni con el liberalismo, se encuentra en el ám- bito de las reivindicaciones ecológicas. La defensa del medioambiente, a diferen- cia de la necesaria defensa de los dere- chos migratorios, se opone directamente a las dinámicas internas del capital, que es perfectamente ignorante del deterio- ro planetario, y de sus efectos sobre las generaciones venideras. Ciertamente, el nacional-populismo puede a veces esgri- mir argumentos ecológicos, aunque su margen de actuación respecto al capita- lismo global es escaso. De hecho, el con- trol racional de las dinámicas ecológica- mente destructivas del capitalismo tiene que realizarse en una perspectiva global. Una izquierda pensante tendría que pon- derar sus alianzas con el nacional-po- pulismo y sus alianzas con los sistemas de valores del individualismo neoliberal. Ciertamente, el nacionalpopulismo re- siste al capitalismo, pero parece hacer- lo por caminos que dejan a poblaciones 78