Perifèria. Cristianisme, Postmodernitat, Globalització 6/2019
Todas las consideraciones éticas en térmi-
nos de equidad palidecen ante una con-
sideración básica, respecto a la supervi-
vencia de la vida humana en el planeta.
Al aumentar las diferencias sociales, y al
imposibilitarse por consiguiente la demo-
cracia, el capitalismo obedece solamente
a dinámicas internas, carentes de cual-
quier control racional. Cualquier autocon-
trol parcial del capitalista individual, o de
regiones enteras, es desbancado por el
sistema global. El resultado, ya evidente,
es la destrucción progresiva del planeta,
y la consiguiente inviabilidad de asegurar
un porvenir para la vida humana. La teo-
ría clásica de las crisis capitalistas debe-
ría dar paso a una teoría ecológica de las
mismas. El planeta, que ha sido conquis-
tado, colonizado, inteligido, civilizado y
organizado bajo la égida del capitalismo,
no parece viable bajo las condiciones del
capitalismo. Si el nacional-populismo no
es la solución, el neoliberalismo ni siquiera
enfrenta el problema.
descolonización, pueden ser “movimien-
tos de liberación nacional”, y que por lo
tanto serían algo opuesto al capitalismo
global. En realidad, lo único que logran
por esta vía es convertirse en acólitos del
nacional-populismo. A veces se hace un
intento de distinguir entre nacionalismos
“progresistas” y nacionalismos “conser-
vadores”. Y, ciertamente, no todos los na-
cionalismos en esta era son iguales, por
más que en la actualidad se configuren
como variantes del nacional-populismo.
Ahora bien, ¿qué es lo que lleva a pen-
sar que un nacional-populismo sea más
“progresista” que otro? De hecho, la ape-
lación a las medidas sociales propias del
“estado de bienestar” es algo que tienen
en común los nacional-populismos más
cercanos al viejo fascismo con las aspi-
raciones de las izquierdas post-revolu-
cionarias. ¿Dónde poner entonces lo es-
pecíficamente “progresista” de algunos
“nacional-populismos”? Cuando se bus-
ca el progresismo en los viejos discursos
antiimperialistas, nos encontramos con
que, en el mundo actual, las potencias
que respaldan un nacional-populismo u
otro ejercen ellas mismas como nacio-
nal-populistas, aunque su nacionalismo
adquiere caracteres imperiales, y simple-
mente puedan ofrecer la sustitución de
una metrópoli imperial por otra.
Los problemas de la izquierda
¿Quién puede combatir a la bestia? ¿La
izquierda? Una izquierda que renunció a
la perspectiva global, para favorecer so-
luciones “nacionales”, y una izquierda
que renunció a la búsqueda de una al-
ternativa al capitalismo, no solamente no
puede proponer alternativas al sistema
global, sino que es una izquierda carente
de identidad. A veces, dentro de su pers-
pectiva nacional, simplemente se apoya
a diferentes nacionalismos, tal vez pen-
sando que éstos, como en la época de la
A veces se piensa que una posición favo-
rable a la integración de los inmigrantes
en los países desarrollados y la defen-
sa de las reivindicaciones de género es
algo que puede servir para considerar a
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