Perifèria. Cristianisme, Postmodernitat, Globalització 6/2019
la retórica nacional-populista como mero
señuelo para aplicar, en la práctica, las po-
líticas del capitalismo global. En el mejor
de los casos, se aprovechan algunos res-
quicios coyunturales para realizar algunas
políticas sociales, sin dejar de ofrecer ta-
sas de explotación semejantes a las que
se pueden encontrar en otras latitudes.
No por ello el capitalismo es la solución.
Es cierto que, contra lo que muchas ve-
ces se dijo, el capitalismo no implica ne-
cesariamente un aumento de la pobreza
en términos absolutos. 8 El empobreci-
miento puede ser coyuntural, y entonces
el viejo socialismo nacional de origen so-
viético lograba una competencia signifi-
cativa. Pero, a la larga, lo que aumenta
necesariamente en un contexto capitalis-
ta no es la pobreza, sino las diferencias
sociales, que se hacen extremas. Y, al
aumentar las diferencias sociales, no sólo
se plantea seriamente el problema ético
de la equidad, sino que políticamente la
democracia se hace imposible. Además,
como el sistema se globaliza, la imposibi-
lidad de la democracia se convierte en un
problema global, que solamente podría
ser tratado mundialmente. Algo que ine-
vitablemente requiere entonces el esbozo
crítico de una democracia mundial. 9
J. Arcenillas, Sleepers
da nacionalidad resulta casi inverosímil. In-
cluso el intento sistemático de acabar con
una lengua “enemiga” en un territorio con-
creto obtiene resultados solamente parcia-
les. La consecuencia habitual son “nacio-
nalismos del cincuenta por ciento”, que no
consiguen, como en el pasado, que la casi
totalidad de la población se identifique con
la causa patriótica.
Por otra parte, el nacional-populismo no
tiene un programa económico propio. Sus
recetas son normalmente muy semejantes
a las de la vieja socialdemocracia, si bien
que teñidas por algunos énfasis naciona-
listas y xenófobos. Se promete conservar y
desarrollar los servicios sociales, o se pro-
mete la promoción del empleo local a cos-
ta de la competencia de los inmigrantes.
O se prometen ambas cosas. Ahora bien,
la socialdemocracia funcionaba cuando el
capitalismo todavía tenía unos contornos
nacionales, y cuando la guerra fría favo-
recía las concesiones a los más desfavo-
recidos. Cuando el capitalismo es global,
las políticas sociales ahuyentan las inver-
siones, y con frecuencia el nacional-popu-
lismo termina en la bancarrota nacional.
Cuando no es así, es porque se conserva
8 En las obras juveniles de Marx, como el Manifiesto
comunista, se pensaba en un empobrecimiento
del “proletariado” en términos absolutos. A la altura
del El capital, Marx pensaba solamente en un
empobrecimiento en términos relativos, cf. E. Mandel,
El capital. Cien años de controversias en torno a la
obra de Karl Marx, México, 1998, pp. 58-64.
9 Cf. A. González, “Desafíos presentes a la filosofía
social y política”, en I. Murillo (coord.), Filosofía
práctica y persona humana, UPSA-Diálogo Filosófico,
Salamanca, 2004, pp. 381-390.
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