Perifèria. Cristianisme, Postmodernitat, Globalització 6/2019
El proteccionismo económico, la promesa
de seguridad ante los enemigos interiores
y exteriores, y la retrotopía de la restau-
ración de una comunidad nacional fuerte
son los ingredientes del menú político po-
pulista. No es de extrañar que muchos se
sientan atraídos por él.
llones de inmigrantes jóvenes y ya forma-
dos. Bauman denuncia la adiaforización
del inmigrante que suponen las políticas
populistas: lo despojan de su humanidad,
ya no lo ven como objeto moral ni creen
que lo que se pueda hacer con él me-
rezca alguna valoración moral (Bauman,
2016, pág. 36).
Hoy ya sabemos que el populismo com-
bina un proteccionismo contraproducen-
te y con un liberalismo radical en el interior
del país que enriquece más a las clases
privilegiadas. Pensamos que la alternati-
va a la “globalización negativa” no vendrá
del proteccionismo, del liberalismo radi-
cal o del nacionalismo económico, sino
de una “globalización positiva” que orde-
ne el mercado global de las finanzas y el
comercio de acuerdo con reglas justas y
principios ecológicos, y que democratice
la sociedad mundial dotándola de institu-
ciones que busquen soluciones globales
a problemas globales.
Y, en fin, sabemos que el nacionalismo mí-
tico y exacerbado de los nuevos populis-
mos desvanece el sentimiento de fraterni-
dad humana y atiza la insolidaridad hacia
la mayoría de las víctimas de las políticas
neoliberales, que se encuentran sobre todo
en los países empobrecidos. Además, los
nuevos populismos de Occidente apuntan
contra un enemigo común: la Unión
Europea, un proyecto democrático de paz
y libre comercio que reúne, con todas las
dificultades y defectos que se quieran, a
más de 500 millones de personas de 28
países en el escenario de dos Guerras
Mundiales devastadoras.
Sabemos también que la política populis-
ta de seguridad exterior incentiva el gasto
militar y la de seguridad interior fomenta la
marginación del inmigrante, la xenofobia,
el racismo y, finalmente, el supremacis-
mo y el terrorismo blancos. El populismo
ignora deliberadamente la historia de las
migraciones humanas, niega los vínculos
reales entre las poblaciones que habitan
el planeta, parece que aspira a una socie-
dad de castas impermeables y no quiere
reconocer la aportación de los emigran-
tes a las sociedades de acogida, ni que el
envejecimiento de los países más desa-
rrollados hará deseable la llegada de mi-
Veremos cuál es la respuesta del electo-
rado de Estados Unidos y de otros paí-
ses con gobiernos populistas ante los
resultados de las políticas populistas ya
implementadas. Los problemas a los que
dice responder el populismo son graves
y supuran en la vida de muchísima gente
y muchos confían en sus líderes. Le de-
beríamos oponer no tan sólo declaracio-
nes de principios, sino políticas econó-
micas centradas en las necesidades de
los ciudadanos y no exclusivamente en
los beneficios de los accionistas, políti-
cas comerciales que propicien intercam-
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