Populismos periferiacpg-2019 | Page 62

Perifèria. Cristianisme, Postmodernitat, Globalització 6/2019 de la sociedad de consumo. Las per- sonas necesitamos auto-identificarnos para ordenar y orientar nuestra existen- cia y situarnos en el mundo. Por eso nos dotamos al menos de identidades débi- les y cambiantes: somos de Android o de OS, Apple o Samsung, Zara o H & M, vestimos deportivo, ejecutivo, hippy o hipster, preferimos Juego de tronos o La casa de papel, somos del Barça, el Madrid o la Juventus... “La búsqueda de identidad –dice Bauman– es la lucha constante por detener el flujo, por solidi- ficar lo fluido, por dar forma a lo informe” (Bauman, 2000, pos. Kindle 1809) . próximas décadas y no falta quien reco- miende que nos busquemos otro planeta para vivir. En la “sociedad del rendimien- to”, dice Bauman, todo el mundo sufre por no ser rentable, “deficiente, inepto e ineficaz” y no estar a la altura del mundo que llega (Bauman, 2016, pág. 58). Mirar el presente, pues, nos desanima y mirar el futuro nos asusta. Llegados a este punto, parece que sólo queda mirar hacia el pasado, para aclarar lo que somos y encontrar la fuerza que necesitamos para vivir con esperanza. Los franceses –asegura Marine Le Pen– “hemos aprendido de la historia de nues- tro país y de nuestro pueblo que sólo a los hombres les corresponde romper la cadena pretendidamente inflexible de los acontecimientos” (Le Pen, 2019). Cuando perdemos toda referencia sólida, cuando el presente nos desespera y el futuro no nos ilusiona, la inspiración tiene que ve- nir del pasado. ¿Y qué podemos hallar en el pasado? Una comunidad, un pueblo, una nación haciendo historia. “El comu- nitarismo es una reacción previsible a la acelerada ‘licuefacción’ de la vida moder- na” (Bauman, 2000, pos. Kindle 3882). Bauman cita a Miroslaw Hroch cuando dice: “Cuando la sociedad se desmoro- na, la nación aparece como garantía final” (Bauman, 2016, pág. 61). La convicción de que podemos hacer juntos un futuro mejor ha sido uno de los recursos modernos de estructuración de las identidades. Imbuidos de la idea de progreso, los occidentales hemos vivido un par de siglos convencidos de que un presente bien conducido nos llevará a un mañana mejor para nosotros, para nues- tros hijos y para las generaciones futuras, pero la desesperanza postmoderna en relación con el futuro ha dejado sin fun- damento la creencia de que estamos pre- parando un futuro que valga la pena. Más bien esperamos la próxima crisis, tal vez peor que el anterior, nos tememos que nuestros hijos vivirán peor que nosotros y vemos cómo las nuevas tecnologías amenazan muchos puestos de trabajos y pueden transformar de manera inquietan- te la propia naturaleza humana (transhu- manismo). Para acabarlo de estropear, el cambio climático y la debacle ecológica se dejarán notar clamorosamente en las Llegados aquí, sólo se trata de endulzar en lo posible la idea de la nación histó- rica, hacerla amable, convertirla en una comunidad de valores, tradiciones, ha- zañas memorables y proyectos ilusio- 62