Perifèria. Cristianisme, Postmodernitat, Globalització 6/2019
trabajos que deberían reservarse a los
nacionales, la saturación y degradación
de la educación y la sanidad públicas, el
acaparamiento de las ayudas sociales, la
inseguridad en las calles e incluso el terro-
rismo. Su culpabilidad precede cualquier
delito real que puedan cometer (Bauman,
2016, pág. 43). “Todos los terroristas son
migrantes”, repite Víctor Orban, y el pro-
pio Trump insiste siempre en la misma
idea. Los líderes populistas respaldados
por sus medios de comunicación afines
y mediante las redes sociales abonan la
histeria anti-inmigración, pero la obsesión
con los inmigrantes se alimenta del resor-
te psicológico que secularmente mueve a
las personas a ver en el extraño al cau-
sante de sus problemas.
res. Además, nutre a las mafias, las ban-
das urbanas, la delincuencia, el narcotrá-
fico o el terrorismo.
Los verdaderos causantes del retroceso
del estado social, de la desigualdad o de
la incertidumbre económica permanecen
en una nebulosa para la mayoría de la po-
blación: los mercados, los fondos de in-
versión, las grandes transnacionales for-
man un formidable entramado de poder
maléfico pero difuso, abstracto, difícil de
ubicar, lejano; nadie lo encarna claramen-
te cerca de nosotros.
Se grita a los cuatro vientos cualquier
delito cometido por un inmigrante o un
refugiado, pero Bauman dice con ra-
zón que cuesta mucho distinguir la ac-
tividad legal de la ilegal de los actores
más poderosos de la globalización: “los
actos ilegales cometidos en la cumbre
son sumamente difíciles de separar de
la densa red de transacciones empresa-
riales”. El discurso económico esconde
los verdaderos delitos y los más grandes
delincuentes. “Despojar a una nación de
sus recursos –denuncia Bauman– se lla-
ma ‘fomento del libre comercio’; robar a
familias y comunidades enteras sus me-
dios de vida se llama ‘reducción de per-
sonal’ o ‘racionalización’. Jamás estas
dos acciones han aparecido en la lista
de actos delictivos y punibles” (Bauman,
1999, pos. Kindle 2129-32).
Por otra parte, como la emigración le de-
bería parecer a cualquier persona sensa-
ta como la alternativa lógica y éticamente
justificada de quienes dejan su tierra hu-
yendo de la pobreza o la violencia para
buscar un futuro mejor para su familia,
el discurso populista tiene que justificar
el rechazo al inmigrante divulgando es-
tereotipos (“retratos de inhumanidad”)
“que fortalecen la resolución de rechazar
la inmigrante, la cual carece de argumen-
tos racionales y éticos” (Bauman, 1999,
págs. Kindle 1322- 27). Sostiene que el
inmigrante cuestiona con su sola presen-
cia nuestro estilo de vida, es inasimilable
culturalmente, amenaza nuestro trabajo y
nuestro bienestar, procede de países ha-
cia donde se deslocalizan nuestras em-
presas y encima desinvierte en nuestro
país cuando envía remesas a sus familia-
A los inmigrantes, a diferencia de los mer-
cados y las empresas globalizadas, los
encontramos cada día en el metro o el bus
60