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Perifèria. Cristianisme, Postmodernitat, Globalització 6/2019 legitimar retóricamente a sus antagonis- tas (son, dicen, “anti-nacionales”) y derro- tarlos electoralmente a base de imponer su agenda y de prometer la restauración nacional. No encontramos claramente en el populismo actual la exaltación de la vio- lencia y el heroísmo, el irracionalismo, el culto a la acción por la acción o el beli- cismo muy característicos de los antiguos fascismos, rasgos que Umberto Eco in- cluía a su perfil del fascismo prototípico. interesa en este artículo aportar algunas reflexiones sobre sus orígenes y las ra- zones que explican su emergencia en nuestro tiempo. Existe en torno a los nuevos populismos de derecha un cierto sentimiento de ex- trañeza. La tendencia a asociarlos al fas- cismo o a remarcar sus rasgos ultra-na- cionalistas y racistas abona la sensación de que representan algo anacrónico y ar- tificioso, un ideario político superado hace décadas que ahora revive de manera sor- prendente aprovechándose del fracaso de la mayoría de los gobiernos democráticos en la gestión de la gran crisis de 2008. Se sugiere una analogía entre la depresión de 1929 y la emergencia de los fascis- mos y la crisis de 2008 y la aparición de nuevos populismos “neo-fascistas”. Un cuerpo de ideas caducas y rechazadas hace tiempo buscarían una nueva opor- tunidad con el viento favorable de otra gran depresión, gracias al poder difusor de internet y de las redes sociales y con el apoyo de Rusia, que conspira contra la UE y contra la vieja alianza USA-Europa. De acuerdo con este enfoque, el nuevo populismo sería un neofascismo oportu- nista y en todo caso un anacronismo. Alguien dirá, como apunta el propio Eco, que la presencia de uno solo de aquellos ingredientes (él hace una lista de 16) es suficiente para justificar la acusación de fascismo, pero entonces corremos el pe- ligro de banalizar el uso del término y de restarle precisión histórica, y también de malentender la naturaleza específica de los populismos actuales. Hay que tener en cuenta que las ideas y propuestas po- pulistas, que mucha gente sensata acep- ta fácilmente, se formulan en un lenguaje bastante homologable dentro del debate político actual, lejos de la retórica doctri- naria de los fascismos del siglo pasado. Equiparar simplemente el populismo de extrema derecha con el fascismo puede tener el efecto contraproducente de aho- rrarnos la discusión de los argumentos y las propuestas populistas, porque se su- pone que los fascistas se han de comba- tir de muchas maneras pero no hay que perder el tiempo discutiendo con ellos. Por nuestra parte, queremos mostrar que los nuevos populismos no son una moda antigua que se vuelve a imponer, sino un fenómeno “muy siglo XXI”: estamos hablando de algo que responde perfec- tamente a las coordenadas que definen nuestro momento histórico. No son ideas viejas para un tiempo nuevo, sino ideas A nosotros, más que detenernos a de- batir sobre los referentes ideológicos pa- sados de los populismos actuales, nos 50