Populismos periferiacpg-2019 | Page 49

Perifèria. Cristianisme, Postmodernitat, Globalització 6/2019 neonazis blancos que se enfrentaron a manifestantes antifascistas en Charlo- tesville en agosto de 2017, causando un muerto y 20 heridos. 2. Populismo i fascismo Abundan las voces que se refieren a los nuevos populismos como “nuevos fas- cismos” o, sencillamente, como el ros- tro actual del fascismo del siglo XX. Sami Nair habla sin tapujos de un “nuevo fas- cismo europeo”, que se fundamenta en una “concepción pura de la nación” y en el rechazo del mestizaje y de los inmi- grantes (Nair, 2018). En la prensa digital podemos encontrar docenas de artículos y páginas dedicados a relacionar popu- lismo y fascismo. En España, Iñaki Ga- bilondo asegura que “Vox es el franquis- mo, exactamente lo que nos quisimos quitar de encima”. En Cataluña, Gabriel Rufián (ERC), con motivo de las eleccio- nes generales de abril de 2019, llamaba a “levantar un muro contra el fascismo” de Vox. A Bolsonaro lo han llamado “el Hitler brasileño”; Trump ha sido acusado repetidamente de ser fascista y la misma imputación se ha dirigido contra el FN (o RN) francés u otros partidos populistas. En cambio, Marine Le Pen siempre ame- naza con llevar ante los tribunales a quien la trate de fascista. J. Arcenillas, Sleepers A primera vista, se podrían señalar algu- nos puntos de contacto entre los fascis- mos del período de entreguerras y los nuevos populismos: la omnipresencia de un líder carismático, el tradicionalismo, el nacionalismo radical o los aires racistas, pero las diferencias entre los nuevos po- pulismos y los viejos fascismos son sufi- cientemente notables como para no caer en la simplificación: los primeros no se de- claran contrarios a la democracia liberal, como lo hacían de manera muy explícita los segundos, sino que quieren recupe- rar la soberanía nacional y el poder de la “nación pura”, restringiendo los derechos de ciudadanía “sólo” a los inmigrantes ilegales o los refugiados. Los nuevos po- pulismos de derecha radical (al menos de momento) no pretenden instaurar un régi- men totalitario de partido único, suprimir el debate político o encarcelar a los disi- dentes, sino “devolver el poder al pueblo”. Quieren tensionar el debate político, des- El hecho es que algunos políticos o mi- litantes populistas han manifestado oca- sionalmente su respeto por Hitler, Musso- lini o Franco, o al menos se han negado a condenarlos taxativamente. Es cierto también que hay grupos de extrema de- recha nostálgicos de los antiguos fascis- mos que se sienten cómodos dentro de los partidos populistas. El mismo Trump llamó “buena gente” a supremacistas y 49