Perifèria. Cristianisme, Postmodernitat, Globalització 6/2019
donó Líbano, si se sentía “más francés o
más libanes”: “Y mi respuesta –dice– es
siempre la misma: ‘Las dos cosas’ […] Lo
que hace que yo sea yo, y no otro, es ese
estar en las lindes de dos países, de dos
o tres idiomas, de varias tradiciones cul-
turales. Es eso justamente lo que define
mi identidad […] ¿Medio francés y medio
libanés entonces? ¡De ningún modo! La
identidad no está hecha de compartimen-
tos, no se divide en mitades, ni en tercios
o en zonas estancas. Y no es que tenga
varias identidades: tengo solamente una,
producto de todos los elementos que la
han configurado mediante una “dosifica-
ción” singular que nunca es la misma en
dos personas”.
La identidad individual se forma como
consecuencia de la interrelación y la co-
municación social, y nos convierte en in-
dividuos autónomos (Habermas, vol. II,
1992, p. 145). Es producto de la interac-
ción de elementos comunes procedentes
del contexto social, que nos permiten iden-
tificarnos con dicho medio y pertenecer a
él –por ejemplo, los modelos culturales y
su capacidad simbólica–, y de elementos
que nos aportan su propio cariz individual
y nos convierten en individuos únicos, dife-
renciados de los demás, incluidos los más
cercanos de nuestro entorno social.
No existe una jerarquía predetermina-
da entre los elementos identitarios. Se
suelen considerar importantes aquellos
que pensamos que están en peligro; por
ejemplo, si alguien siente amenazada su
fe, la religión será el elemento central de
su identidad. Pero, como sucedió, por
ejemplo, en la antigua Yugoslavia o en-
tre los turcos y los kurdos, la defensa de
la identidad puede conducir incluso a la
guerra, aunque lo razonable es resolver
las diferencias mediante el diálogo y, en
su caso, la reconciliación.
J. Arcenillas, Transilvania
Cuanto más se precisan los componen-
tes de la identidad de un grupo social,
menor es el número de personas que la
comparten y mayor es la diferencia res-
pecto de los demás. En términos genera-
les, se consideran identitarios los elemen-
tos comunes mientras que se obvian los
que introducen diferencias, porque cons-
tituyen barreras y separan al colectivo que
comparte esos elementos comunes. Los
nacionalismos reducen la identidad a ele-
mentos básicos y generales como, por
ejemplo, tener una lengua propia o vivir
en un mismo territorio. Pero, hablando
con más precisión, cada una de las per-
sonas que cumplen esas características
generales es diferente de las demás. Sin
embargo, “el “nosotros” del credo patrió-
tico/nacionalista significa gente como no-
sotros; “ellos” significa gente diferente de
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