Populismos periferiacpg-2019 | Page 110

Perifèria. Cristianisme, Postmodernitat, Globalització 6/2019 devenir de la sociedad y de la praxis po- lítica en nuestra sociedad y en el mundo en el que vivimos. Identidad, un concepto complejo No es fácil definir la identidad, ni siquiera explicar lo que es. A la búsqueda de su significado responde la historia de la filo- sofía desde aquél “conócete a ti mismo” de Sócrates. El concepto de identidad se aplica a individuos y a colectivos. Desde la perspectiva semántica, todo individuo posee una identidad, en caso contrario no sería un individuo. En el ámbito indivi- dual, la identidad se manifiesta como un proceso subjetivo por el que cada indivi- duo se percibe a sí mismo como diferente de los demás, porque posee ciertos ca- racteres propios y atributos culturales que se mantienen en el tiempo. Sin embargo, para poder hablar de identidad individual, es preciso que esos elementos diferen- ciadores sean reconocidos por aquellos con quienes se convive y se interactúa. El término “identidad” procede del tér- mino latino “ídem”, que significa “lo mis- mo”. Es un término que apareció en las ciencias sociales a mediados del si- glo XX, pero se ha utilizado en ellas de maneras diferentes. En general, suele entenderse como aquello que confiere unidad a algo, a la persona por ejemplo, que la hace única y la convierte en un individuo. Tomada la identidad etimológi- camente, nos vemos impulsados a per- cibirla como algo permanente, como la sustancia frente a los accidentes y, sin embargo, como sucede en la vida y en la historia, se refiera a una persona o a un grupo social, la identidad es fruto del devenir personal, colectivo o histórico de la vida. Si se relaciona con la pertenen- cia, la identidad no se reduce a una sola pertenencia, porque nunca se pertenece exclusivamente a un grupo. Una concep- ción unívoca de la identidad, además de inducir a vivir en un mundo equivocado, precisamente por su estrechez de miras, fabrica fanáticos, racistas y xenófobos que la defienden con pasión, aunque sin razones, y contribuyen a la división so- cial y a la explosión de la violencia. En realidad, la identidad no es algo dado, una herencia natural, sino que se inventa (Young, 1999, p. 164). No se nace con una identidad definitiva, sino con carac- teres que contribuyen a crearla, como el sexo, el color de la piel o el lugar de nacimiento; el discurrir de la vida contri- buye a su construcción. En todo caso, lo que se considera identitario se asemeja a un talismán que proporciona seguri- dad, precisamente porque permite a las personas y a los grupos sociales sentir- se algo, idénticos a sí mismos. Es algo buscado, pretendido: “los hombres y las mujeres buscan grupos a los que per- tenecer, con seguridad y para siempre, en un mundo en el que todo lo demás se mueve y se desplaza, donde ninguna otra cosa es segura” (Hobsbawm, New Left Review, p. 40). Amin Maalouf comienza su ensayo Identi- dades asesinas refiriéndose a la pregunta que le hacían desde que en 1976 aban- 110