Perifèria. Cristianisme, Postmodernitat, Globalització 6/2019
nen a remover pestillos y cerrojos, des-
echar llaves, levantar las aldabas, dejar al
descubierto lo que está oculto, destruir
los obstáculos que cierran las entradas o
las salidas o que impiden el tránsito, y el
poder utiliza estrategias difícilmente com-
patibles con la democracia, como sucede
con el populismo. populismos en la vida política en general,
puesto que una cierta idea de identidad
forma parte del cimiento de cualquier na-
cionalismo, y el populismo se ha extendi-
do como instrumento de la vida política
en general.
Frente a lo que defendió Henry Bergson
cuando habló de la sociedad abierta,
desde hace tiempo nos encontramos con
grupos políticos y gobiernos carentes de
la flexibilidad necesaria en la vida política
en general y de una praxis política respe-
tuosa y tolerante, y con una ciudadanía
que respalda políticas que discriminan e
incluso estigmatizan a quienes conside-
ran diferentes, por ser migrantes, profe-
sar una u otra religión o tener costumbres
que consideran equivocadas o peligro-
sas. Esta discriminación la sufren funda-
mentalmente los pobres, precisamente
por ser pobres (aporofobia). Al mismo
tiempo han crecido formaciones políticas
populistas y nacionalistas en todo el mun-
do y de manera preocupante en Europa,
donde parecía que los nacionalismos es-
taban en proceso de extinción y donde
los populismos parecían superados; un
crecimiento que, como sucedió en Cata-
luña en octubre de 2017, conduce a la
división de la sociedad y a la aparición
de actitudes de intolerancia con aquellos
a quienes los nacionalistas consideran
distintos, con el riesgo consiguiente de
ruptura de la convivencia. En este marco
es realmente necesaria la reflexión sobre
la identidad y sobre la presencia de los Si tomamos el populismo como la “ten-
dencia que pretende atraerse a las cla-
ses populares” (DRAE), y sin entrar en
un análisis minucioso del concepto,
esta tendencia política está presente
en el panorama político actual y, ade-
más, ha sido una constante en todas
las democracias, incluida la ateniense.
No hay más que leer diálogos de Pla-
tón como Protágoras, Gorgias o Hipias,
o la Retórica de Aristóteles para confir-
marlo. Al fin y al cabo, la praxis política
democrática arranca y confluye en las
elecciones, en las que es fundamental
conseguir el voto de los ciudadanos,
por lo que es básico, además de cons-
truir y reforzar una idea de identidad na-
cional o de grupo, convencer con el fin
de obtener el voto de los ciudadanos.
Sea el populismo un miembro legítimo
de la democracia (Margaret Canovan),
una patología de ella (Pierre Rosanva-
llon) o una consecuencia de las deman-
das sociales que existen en la sociedad
(Ernesto Laclau), el populismo ha sido y
es una constante en la vida pública.
Populismo y discurso identitario
Siguiendo a Torcuato S. di Tella, podría-
mos describir el populismo como un fe-
nómeno político que se caracteriza: a)
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