populismo populismo | Page 8

1989-2000: la segunda ola del populismo latinoamericano y el comienzo del populismo europeo

En la década de 1990 se desarrolla la llamada segunda ola del populismo latinoamericano que tiene sus ejemplos más representativos en Argentina, con Carlos Menem; en Brasil, con Fernando Collor de Mello; y en Perú, con Alberto Fujimori ―cuyo legado fue asumido por su hija Keiko Fujimori― . Los tres accedieron al poder en medio de una profunda crisis económica, culpando a la elite de la misma y proclamando que venían a restablecer la legítima soberanía del «pueblo». Una vez en el poder los tres aplicaron las duras políticas de ajuste neoliberales impuestas por el Fondo Monetario Internacional. En esta segunda ola populista latinoamericana, la «elite corrupta», a diferencia de la primera, fue identificada como la «clase política» que defendía un Estado fuerte y se oponía al desarrollo del mercado libre ―en este caso no se apeló ni al americanismo ni al antiimperialismo―, mientras que «el pueblo», siguiendo la óptica neoliberal, según Mudde y Rovira Kaltwasser, «era retratado como una masa de individuos pasivos, cuyas ideas podían deducirse de las encuestas de opinión». Una de las características de esta segunda ola populista fue la adopción de programas para combatir la pobreza.40​

Jean Marie Le Pen dirigiéndose a la multitud en París durante el homenaje anual a Juana de Arco (1 de mayo de 2007).

En Europa el populismo irrumpió en la vida política en la década de 1990 adoptando en su mayoría una forma autoritaria, nativista y xenófoba, como el Partido del Progreso de Noruega, el Vlaams Belang de Flandes o la italiana Lega Nord, liderada por Umberto Bossi. Su modelo fue el Frente Nacional de Francia, fundado en 1972 por Jean Marie Le Pen, antiguo diputado poujadista, y también, pero en menor medida, el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) de Jorg Haider. Otros partidos, en cambio, surgieron de la política tradicional adoptando como «ideología huésped» el neoliberalismo ―proponiendo rebajas de impuestos y desregulación de los mercados―. Fue el caso del británico UKIP liderado por Nigel Farage, fundado en 1993, y de Forza Italia de Silvio Berlusconi, fundado en 1994.41​

Donde se produjo la mayor proliferación de partidos y organizaciones populistas (de derecha) durante la década de 1990 fue en la Europa central y oriental como consecuencia de la desaparición de los regímenes comunistas tras la Revolución de 1989. En prácticamente todas las primeras elecciones democráticas que se celebraron se presentaron partidos populistas, como el Foro Cívico de Checoslovaquia que lo hizo con el eslogan «Los partidos son para su afiliados, Foro Cívico es para todos». Algunos de estos partidos tuvieron una vida muy corta como el Partido X de Polonia encabezado por el oscuro empresario polaco-canadiense Stanislaw Tyminski ―que llegó a competir con Lech Walesa en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Polonia de 1990―. 42​ Otros se consolidaron como el populista de izquierda Dirección-Socialdemocracia (SMER) de Eslovaquia.43​

En Estados Unidos el multimillonario texano Ross Perot se presentó como candidato a las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 1992 con el lema United We Stand, America (‘Unidos resistimos, América’) y con un programa populista de derechas. Empleaba un lenguaje llano para atraerse a la gente «pura» del centro del país a la que enfrentaba a la «elite liberal» (corrupta) de la Costa Este de Estados Unidos ―educada en la «perversa» Ivy League― que se había «apropiado» del gobierno federal y defendía políticas «antiamericanas». Así prometió al (verdadero) pueblo americano que «limpiaría el granero» de Washington para que dejara de socavar los valores del «pueblo» y de otorgar «privilegios especiales» a las minorías, que no los merecen. Obtuvo el 18,9% de los votos y volvió a presentarse en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 1996 al frente del recién fundado por él Partido de la Reforma de los Estados Unidos. Obtuvo el 8,4% de los votos (unos ocho millones de sufragios), diez puntos menos que cuatro años antes.44​

Fuera de Europa y América se produjo el surgimiento de partidos populistas en Australia y Nueva Zelanda muy semejantes a los populistas de derecha europeos. Tanto Nueva Zelanda Primero (NZF) como el australiano Una Nación (ONP) fueron el resultado de la frustración creada en ciertos sectores por el incremento de la inmigración y la aplicación de reformas neoliberales del Estado del bienestar. Ambos partidos compartían el nativismo como una de las bases de su ideología. 45​ Así, por ejemplo, la líder de Una Nación Pauline Hanson, defendía a los descendientes de los colonos británicos que habitan la Australia rural frente a la elite intelectual urbana que, según ella, «quiere poner este país patas arriba devolviendo Australia a los aborígenes».46​