PLATERO Y YO platero-y-yo-juan-ramon-jimenez | Page 28
Está a la puerta de la choza, sentada en una teja, durmiendo al
hermanito.
CARBONERITA.- Mi niiiño se va a dormiii
en graaasia de la Pajtoraaa
y poor dormirse ni niñooo,
se duerme la arruradoraaa.
(Platero se acerca poco a poco, y se adormila).
LA NIÑA CHICA. ¡Platero, Plate rillo! (Lo acaricia) Plate rucho... (a 1). Tiene los
ojos tristes... Quiere levantarse, y no puede...
NIÑO.» ¡Hay que llamar a Darbón, el médico de Platero! (sale).
NIÑA CHICA.- ¡Platero! ¡Platerón! ¡Platerete! ¡Platerucho...! ¡Mira que hermo-
sa esta granada! Me la ha dado Aguedilla, escogida de la mejor de
su Arroyo de las Monjas. ¿Vamos a comérnosla?.
NIÑO.- ¡Qué llena está, Platero! ¡Ten, come! ¡Qué rica!.
JOVEN.- Iremos a ver los granados al corralón de la calle de las Flores.
JOVEN.» Por las tapias caídas se ven los corrales de la Calle del Coral, y el
campo, y el río.
JOVEN.- Oiremos el toque de las cornetas de los carabineros.
JOVEN.- Cuando caiga el sol, los granados se incendiarán como tesoros,
junto al pozo en sombra y la higuera llena de salamanquesas...
(Entra Darbón con el NIÑO que fue a llamarlo.
Darbón examina a Platero. Los niños alrededor. La
luz se va apagando. Las figuras inmóviles. Un foco
sobre 1 y 2).
Darbón, el médico de Platero, es grande como el buey pío, rojo
como una sandía.
Cuando habla, le faltan notas, como a los pianos viejos. Otras ve-
ces, en lugar de palabras, le sale un escape de aire.
No le queda muela ni diente, y casi solo come migajón de pan,
que ablanda primero con la mano.
Masca con las encías y la barba le llega, entonces, a la aguileña
nariz.
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