Nos ven cansados, agobiados y quejumbrosos. Nos ven como una generación que dejó de cantar, que nunca más se rió a carcajadas, que dejó de bailar y que perdió la pasión por la vida. Cuando ellos miran eso, dicen “yo no me quiero parecer a estos señores y señoras que están sobreendeudados, muchas veces por cosas que no necesitan, sólo porque el sistema dice que es bueno”.
“Si los adultos revisamos nuestras vidas y nos damos cuenta de que los chicos tienen razón en el regaño, se puede cambiar ese testimonio y, por lo tanto, la historia de los niños también puede modificarse significativamente”.
Otro idea importante asociada a la libertad es que no estamos enseñando el concepto de la fuerza de voluntad a nuestros hijos, y en los colegio tampoco lo hacen. El tema de la perseverancia, de la satisfacción del deber cumplido significa que yo entregué hoy todo lo que tenía para dar, por lo tanto puedo decir que el día valió la pena.
La escuela y la casa tienen que trabajar juntas, tiene que haber coherencia a favor del chico.
Sería importante también preguntarnos qué nos pasa con los ritos, porque pareciera que ya no tienen tanta importancia, pareciera que son algo conservador y antiguo y que la modernidad implicaría relajarse de estos eventos. Sin embargo, los ritos son parte de nuestra historia; desde la antigüedad se han usado para iniciar o terminar un ciclo y desde ahí se avanza a lo largo de la vida.
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Equipo de Espiritualidad y Cultura