Philosophically Speaking: Annals of the International Philosophy Grou Philosophical-Annals-I-2016 | Page 22

ANTI-TEO Vivir, pensar y saber en la realidad toda la Creación, y con ello, toda la realidad que conocemos, se le atribuye una serie de características. En las religiones monoteístas, que son competitivas hasta tal punto que para que no se dude de su Dios, éste es perfecto, completo y omnipotente. No se puede esperar menos de quien ha confugurado toda la realidad material de este mundo. Como la manifestación humana que es, cada religión ha afirmado la “omni”, el todopoderío, de su Dios respecto a los dioses de otras religiones. La supuesta superioridad de un dios con más atributos era la demostración de que ese era el cierto y los demás falsos. De tal manera Dios ya no solo es Todopoderoso y omnipotente, sino que se va haciendo omnisciente e infitinitamente bueno, justo y amoroso. Son tan exagerados, y humanos, tales atributos, que resulta que son contradictorios y falsos, producto de las fantasías absurdas del ser humano cuando se obceca. Según David Hume, Epicuro ya reparó en algunos de estas contradicciones cuando hizo referencia el papel de un Dios omnipotente con la existencia del mal. Tal fragmento, de haber existido, no se conserva hoy, pero está citado en los Diálogos sobre la religión natural 9 de Hume, y afirma lo siguiente: “Quiere él (Dios) prevenir el mal pero no puede?, entonces, es impotente. ¿Puede, pero no quiere?, entonces es malévolo. ¿Puede y quiere? Entonces, ¿de dónde sale el mal? 10 . Desde luego, si sale del Demonio, habría que admitir que Dios no es omnipotente, porque hay una entidad que le rivaliza. Por tanto, o no es omnipotente, o de serlo, permite el mal, al menos relativamente. Pero entonces, no sería amoroso ni realmente bueno. Estas contradicciones también fueron señaladas por Sebastien Faure. En sus Doce pruebas de la inexistencia de Dios así lo indica en el tercer argumento de su segunda serie de argumentos, titulado “Dios no es infinitamente bueno; el Infierno lo demuestra”, así como en el siguiente que trata sobre “El problema del mal”, casi una repetición de la “paradoja de Epicuro”, pero respondiendo a la clásica objeción a tal paradoja, consistente en que el mal 9 David Hume: Diálogos sobre la religión natural. Ed. Tecnos, 2004, pp. 141 y siguientes (parte X) Hume: Ibidem, p. 149. 10 22