«Mis amigos y yo éramos clientes asiduos . Conocíamos bien al dueño del establecimiento y a todos sus clientes habituales . Y a las empleadas . Mejor , dicho , creíamos conocerlos bien . Sobre todo al dueño ». Así trata de explicarnos sus andanzas en los años cuarenta , cuando la ciudad era un hervidero de hermanos arribados desde varios confines del planeta , conformando una especie de cotidiana bohemia urbana .
La bohemia no es una moda , tiene que ver con la indisciplina , el exceso de idealismo , la exaltación lírica , la heterodoxia , la alegría , la seguridad en las propias fuerzas .
« Es bohemio quien ambiciona mucho y procura vivir como si tuviese mucho , aun faltándole todo », dijo Eduardo Zamacois .
Antes de ese nombre , Café Coca-Cola , allí se reunía la bohemia literaria y artística del país y también la de paso .
« La literatura », recuerda Ramón Gómez de la Serna , « no es un medio para comer , pero hay que ir comiendo mientras se escribe literatura ».
Lo que pasa es que el escritor no puede estar pensando en pequeñeces , y eso le mete en el hambre . Hay muchos interesados en que no coma el escritor ,
|
porque su hambre es contraste de otras harturas .
De ahí que Honoré de Balzac trazara una distinción entre los hombres según sus costumbres : el
|
¿ Te puedo invitar un café ?. Foto : César del Vasto
que trabaja , el que piensa y el que no hace nada ; atrapado entre el primero y el último , es decir , entre la vida ocupada y la vida elegante , el hombre que piensa vive en la excepcionalidad
|
de la vida del artista , y muchos artistas arribaban al Coca-Cola para saciar su hambre con la solidaridad de sus parlanchines . |