Periódico Casco Antiguo News Edición 12 - ABRIL 2017 | Page 12

NOTA CENTRAL ¿Cuántos problemas se resolvieron en torno a un café y una tostada? ¿Cuántas conspiraciones políticas y no tan santas se armaron en ese sitio tan emblemático de nuestra ciudad? ¿Cuántos poemas, versos, cuentos, novelas, ensayos, discursos no se crearon en torno a sus mesas? P óngale un tinto Algunos entendidos afirman que el café se introduce en Europa por los comerciantes venecianos a inicios del XVII, pero el primer coffe-house lon- dinense o salón aristocrático de París datan de entre 1650 y 1660, me informa Antoni Martí Monterde. Es más, sostie- ne: «Los cafés son burgueses, abiertos a una nueva ciudadanía emergente que se sabe a contrapié del poder, que todavía no se ve a sí misma como un contrapo- der, pero que ya ejerce la crítica del po- der y comienza a pensar seriamente en detentarlo, cosa que acentúa el carácter subversivo del café… Finalmente, nues- 12 PA N A M Á tro café santanero se transformó en 1906 en Café Coca-Cola. Esto se debió a dos estadounidenses del equipo de la Panama Canal Cons- truction, A. C. King y W. E. Black, quie- nes se dirigieron al empresario Asa G. Candler, quien ya vendía fuentes de soda en la década de 1890, en Cuba, México y Panamá, y más aún desde el inicio de la construcción del Canal en 1904, migran- do a nuestras costas miles de civiles y militares estadounidenses. Eso conven- ció al empresario de otorgarles permiso para importar, distribuir y vender Coca Cola a estos dos empleados de la PCC. A partir de 1906, distribuían en barri- les de madera, sujetos a vagones, opera- dos manualmente, que circulaban como Pedro por su casa en las distintas zonas de construcción canalera, entre los tra- bajadores blancos, negros, chinos, acei- tunados, árabes, venezolanos, europeos, colombianos y panameños, es decir, todo el mundo. Luego, Candler otorgó otro permiso igual para Cuba, siendo los dos prime- ros países latinoamericanos bebedores oficiales de las aguas negras del imperia- lismo yanqui. Finalmente, hacia 1912, dicen los historiadores cocacolizados, se dio la concesión formal para embotellar en el istmo. El asunto tomó más forma y el po- pular café santanero entró a la moderni- dad burguesa o, valga la redundancia, a su muerte. Luego se inventaron los bares, proli- feraron más cantinas, con el paso de las canas, los clubs, los pubs, y ya no hay na- die que frene el beber con ganas y dialo- gar en voz alta, como ladrándose. Muchos políticos invadieron ese es- pacio histórico, casi nadie recuerda dón- de se sentó allí nuestro Demetrio Korsi, o Nicolás Guillén, o hasta Pablo Neruda, para mencionar solo a los tolerados en un medio donde, con solo entrar, ya eres el centro de todos.