PENSAMIENTO & ARTE | Page 4

En la Escuela de San Claude La Colombière

Al comienzo de su acto de ofrecimiento, san Claude resume aquello que ha descubierto en la contemplación del Corazón de Jesús y dice:

"Las principales virtudes que se pretende honrar en el Corazón de Jesús son: primeramente un amor muy ardiente de Dios, su Padre, unido a un respeto muy profundo y una humildad tan grande como jamás se ha conocido; segundo, una paciencia infinita en el dolor, una contrición y un dolor extremo por los pecados soportados como carga, en la confianza de un hijo enternecido ante la confusión de un gran pecador y; en tercer lugar, una compasión muy sensible por nuestras miserias, una fidelidad inalterable causada por una conformidad perfecta a la voluntad de Dios que no puede ser alterada por ninguna causa, aunque todo se vuelva ante el celo que pone en ello, a su humildad, a su amor mismo y a todas las disposiciones que se le presenten".

Jesús es el perfecto ejemplo de olvido de sí mismo: en su perfecto amor al Padre lleno de respeto y humildad, en su perfecta conformidad a la voluntad de su Padre de salvar a todos los hombres, en su perfecta compasión por nuestras miserias que Él ha tenido asumidas.

Estos sentimientos del Corazón de Jesús, escribe san Claude, son siempre actuales, pensando sin duda en la palabra de la carta a los Hebreos que nos muestra a Cristo intercediendo sin cesar por nosotros.

Hoy en día, en la gloria del Padre, Jesús no cesa de animar a los hombres, de repartir sobre ellos sus gracias y sus bendiciones, de compartir todas nuestras miserias, de darse a ellos y de darles la bienvenida. Él santo La Colombière decía:

"No me extraña que la pasión haya sido llamada un exceso. Es en efecto un exceso de la caridad de Jesucristo. Esta virtud le ha hecho sufrir eso que no debía haber sufrido. Él ha sufrido más de lo que no tenía que sufrir, ha sufrido por las personas por las que no se merecen que por ellas sufriera."

Escritos espirituales.

Las

Orar es amar

Orar con Margarita María, es entrar con ella en su extraordinario amor de Jesús por la puerta real, que se llama "oración". Como una visitandina dedicada a la oración, no sólo vocal, porque a ciertas horas ella salmodia con sus hermanas el oficio divino. Durante su vocación no es menos que una benedictina: si San Francisco de Sales a fundado su Orden, es ante todo "para dar a Dios las hijas de la oración", principalmente por la vida silenciosa, que se emplearán a "adorarle en espíritu y en verdad". (Jn 4, 24)

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2. Hay que entender