Este aspecto del arte no es unívoco, de la misma manera que en los diferentes individuos, los estados mentales, de ánimo y de percepción varían de acuerdo a la circunstancia, existen diferentes tipos de emociones en las manifestaciones artísticas; siendo las diferentes emociones, la esencia de un poema, una obra teatral, una escultura o la música tradicional: El amor, risa, dolor, tristeza, rabia, animación, miedo, repugnancia y asombro.
Las imágenes, el drama, la escultura y las diferentes disciplinas artísticas, seran realizadas en función de transmitir varios de estos aspectos de la vida espiritual humana, siendo el objeto de arte el punto de unión de esta multiplicidad de “estados” anímicos. Y, ¿qué es el ánimo, sino el estado del alma? ¿el espíritu que la habita?
PINTURA Y MÚSICA
De esta forma, el “gesto” o movimiento en una escultura tiene una carga significativa, y con ello, son expresados estos diferentes aspectos de índole espiritual, la posición de un brazo o la expresión de un rostro, son realizados teniendo en mente la expresión de un aspecto simbólico, a diferencia de la música en la cual existe de forma preponderante una preocupación formal unida a una carga racional. En un objeto de arte pictórico existe un cúmulo de interacciones de múltiples sentimientos y percepciones, los que en ocasiones son de índoles opuestas. La música incorpora una metáfora a la vida y la engrandece, la eleva por encima de las mismas sensaciones que produce a un nivel de espiritualidad que separa al hombre de la bestia, formando con sus sentidos un árbol de líneas invisibles de emociones. Así, dotados de éstos, somos ramas que prenden del tronco principal que es el amor.
Así, encontramos una correspondencia entre colores, intervalos
musicales y estados del alma, unidos además a posibilidades de
percepción y salud humana; que, en algunos casos, el arte puede ayudarnos a descubrir y a valorar nuestro espíritu.
EL ARTE VIVE DEL SENTIDO