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Revista Pedagógicas
1. El imaginario tradicional sobre el maestro boliviano
Existen variados imaginarios del oficio del maestro. Vale decir, que existen ciertas representaciones, atributos y rasgos que a través del tiempo han definido la función docente2. Para el caso del oficio del maestro boliviano, estas representaciones obedecen a ciertas disposiciones y condiciones históricas que han permitido la constitución de imágenes de la docencia y su consecuente establecimiento en el imaginario social. Repasemos brevemente las principales representaciones del oficio del maestro boliviano que nos presenta Daniel Tirado (Tirado Ramírez, 2008).
Ya desde los inicios coloniales y republicanos, una constatación que repercute hasta nuestros días, el peso de la tradición cristiana. En este primer momento la concepción y representación del maestro se confunde entre la práctica religiosa y la práctica educativa. Se funde la imagen del oficio del maestro vinculado a las tareas religiosas, donde resalta la figura apostólica de la tarea de enseñanza. Asimismo, la tarea de enseñar no pasa de ser una función subalterna y circunstancial.
En un segundo momento, con la creación de Escuela Normal de Profesores y de Preceptores de la República 6 de junio de 1909, el oficio del maestro, formado bajo un método riguroso, es el modelo a seguir como disciplina, la norma que regula los comportamientos, modos de pensar, sentir y de no menor importancia la apariencia física que acompaña a su imagen personal, serían los atributos delineados por la ideología dominante del Partido Liberal.
El Código de la Educación Boliviana de 1955 marcó un hito muy importante en la historia de la educación boliviana del siglo XX, no sólo porque es fruto de un largo proceso de construcción de consensos educativos, sino también constituye la adecuación del servicio educativo a los marcos conceptuales y teóricos del “Estado Emergente”, el Estado del Nacionalismo Revolucionario, que sin lugar a dudas dejaron huellas en la concepción del maestro boliviano, con un discurso contestatario y una práctica sindicalizada, este sería la tercera representación principal del oficio del maestro, el maestro revolucionario sindicalista.
En el otro extremo, el docente debía ser un agente educativo despolitizado, con amplio dominio de técnicas pedagógicas, y con suficiente capacidad para emplear la tecnología educativa; es la idea de un maestro más tecnificado ajeno a consignas y prácticas sindicalizadas. Esta cuarta representación social del oficio del maestro constituida en el período de las dictaduras de los años sesenta y setenta, donde la clara intención de dichas reformas y políticas educativas no era más que frenar el ascenso del sindicalismo docente.
"...existen ciertas representaciones, atributos y rasgos que a través del tiempo han definido la función docente..."