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Revista Pedagógicas
I
Siguiendo a Antonio Viñao, el diagnóstico parece veraz: “las nuevas formas de enseñanza aprendizaje propiciadas por las nuevas tecnologías han generado un desplazamiento de la institución escolar” (Viñao, 2002). Sin embargo, si bien es fácil dejarse seducir por la creencia de que efectivamente las tecnologías en un futuro próximo sustituirán a la escuela, “para bien o para mal, la escuela como institución sigue firme en su lugar y la mayor parte de los procesos de enseñanza y aprendizaje que allí se desarrollan no han sido siquiera tocados por la influencia de la tecnología” (Buckingham, 2012).
Entonces, ¿hablamos de desplazamiento o permanencia de aquello que denominamos escuela? Según Vincent, Lahire y Thin, al contrario de la idea que sugiere el debilitamiento de la escuela, lo que está aconteciendo es una progresiva “escolarización” o “pedagogización” de aquellos ámbitos de socialización y formación ajenos al sistema educativo formal. La forma escolar de socialización , de relacionarse socialmente en una actividad de enseñanza y aprendizaje, ha invadido, según estos autores, otros ámbitos de socialización, enseñanza y aprendizaje (Vincent, Lahire y Thin, 2001; Viñao, 2002).
Este proceso expansivo de la forma escolar, y su condición hegemónica como modo de socialización dominante, serían, en opinión de dichos autores, los elementos constitutivos de esa escolarización o pedagogización que caracteriza a las sociedades postindustriales. No hay que confundir pues, concluyen, institución escolar y forma escolar. Esta última no se circunscribe a la primera, sino que opera cada vez con más fuerza en otros ámbitos sociales.
Con todo, se podría indicar que lo que está en crisis es la escuela como institución “tradicionalmente” delegada por la sociedad a cumplir el rol de transmisora de conocimientos y de preparar el ingreso pleno de las nuevas generaciones al sistema social. Es la forma escolar la que ha logrado expandirse y aún más, profundizarse en el tejido social contemporáneo. Su vigencia nos habla de su fuerza ante los distintos embates que contra ella se han producido. Solo para ejemplo de lo que venimos diciendo, pensemos en todas las ofertas educativas “extra-escolares” que circulan en nuestras sociedades, éstas replican el modelo escolar al señalar un objetivo pedagógico a lograr, sugieren actividades de enseñanza-aprendizaje, metodologías, uso de recursos, etc. En sí, definen un tiempo y espacio propicio para el “aprendizaje” que esta mediado por el establecimiento de funciones y relaciones sociales y pedagógicas entre uno que enseña, el que posee el conocimiento, y unos que aprenden, los que carecen de conocimiento y, que seguramente se encuentran aislados de otros procesos y relaciones sociales, tal cual sucede en la educación escolar.