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Revista Pedagógicas
3. El trabajo docente de hoy ¿Enseñar, cuidar, googlear?
Las principales representaciones del oficio del maestro boliviano, con todo apuntaban a indicar la solidez en la cual estas se sostenían. Un Estado que proveía un paraguas para todos aquellos que quisieran acogerse dentro de él y, una institución que igualmente disponía de ciertas condiciones y disposiciones educativo-pedagógicas para que dicho “agente educativo” lleve adelante un programa institucional previamente constituido. En la base del imaginario sobre el docente, encontramos la tarea de enseñar como el marcador identitario por excelencia.
Sin embargo, todo ese aparato cultural (retomando las palabras de Finocchio), provisto por esa modernidad, hoy en la actualidad ya no es el mismo. Los cambios sociales han incidido en la manera de representar la escuela y el trabajo docente. Vamos a mencionar dos nuevas situaciones/dimensiones agregadas al trabajo docente que inciden efectivamente en la identidad docente.
La primera tiene que ver con aquello que Brito denomina “contención afectiva”, esa “construcción de vínculos afectivos entre docentes y alumnos” (Brito, 2010: 24). Responde a ese razonamiento que indica que es posible dejar el cuidado y atención de niños/adolescentes a responsabilidad de la escuela. Puede igualmente entenderse como el traslado de la crisis familiar al ámbito educativo. Es así que a la tarea de enseñar se agrega la tarea de cuidar y, en todo caso, de trasmitir ciertos valores que tradicionalmente se suponía que la familia otorgaba a los “hijos” antes de que estos se convirtiesen en “alumnos”. Brito detalla esta situación con una serie de testimonios que ejemplifican el dilema en el cual los maestros en la actualidad se encuentran. O se trata de enseñar, trasmitir conocimientos referidos a un tema en específico, contenidos en una propuesta curricular, en tiempos y momentos ya definidos, o, de dar cumplimiento a “nuevas tareas de fuerte implicación subjetiva con sus alumnos” (Brito, 2010: 24). Las voces de docentes se dejan escuchar, es la denuncia del “desplazamiento de las funciones básicas de socialización hacia la escuela” (Brito, 2010: 25). Esta nueva manera de pensar la escuela y el trabajo docente respondería al modelo que postula a “la escuela como un centro social, preocupado ante todo por educar en ciertos valores y organizar la conducta de los futuros ciudadanos para evitar la violencia y el conflicto en sociedades crecientemente desiguales” (Dussel, 2010: 9).
"...Los cambios sociales han incidido en la manera de representar la escuela y el trabajo docente..."