Por eso intento contentar los gustos de la ciudadanía, pues esa es una obligación que tenemos los que prestamos un servicio público -aunque esto puede ser discutible, pero a mí me ha ido muy bien-. Este festival, cuando yo lo asumí, tenía 52 mil espectadores; en estos momentos tiene 175 mil espectadores, es decir, se ha hecho más democrático, como, por ejemplo, la ópera que hicimos en la inauguración que contó con la incorporación de personas en situación límite e intentamos hacer que fuera lo más inclusiva posible y que sectores de población que no son visibles sean lo más visible posible y que estén trabajando conjuntamente con profesionales. Era un reto muy difícil y complicado en el que hemos sacado una muy buen nota. Y, no lo digo yo, sino una asociación de diez colectivos de Extremadura que nos dieron las gracias por permitir que estas personas estén presentes en el mismo nivel que está el resto de la ciudadanía. Queremos un festival inclusivo, para todos.
¿Qué es lo que más le llamó la atención del Teatro Romano?
Aunque está reconstruido, es de los espacios que mejor se conservan de los teatros romanos de nuestro país y de muchos de los países de nuestro entorno donde hay teatros romanos y es de los espacios que más se utilizan para hacer actividades. Hay gente que cree que el Teatro Romano debería ser un espacio que solo fuera visitable y que no hubiera actividad.
Pero yo creo que eso es un error porque, respetando y cuidando este espacio, la mejor manera de mantenerlo es que haya actividad. Y si esta actividad es de temática grecolatina o grecorromana como es el Festival de Mérida es la mejor opción. Un dato muy importante es que este es el único festival del sur de Europa que mantiene esta esencia. Antes estaba el de Epidauro, en Grecia, pero han decidido no mantener esa esencia. ¿Por qué? Porque hay que producir espectáculos de esta temática para estos espacios, pues en el mercado no hay espectáculos de este tipo que puedas elegir, como sucede con los espectáculos sobre el Siglo de Oro.
Aquí todos son estrenos mundiales, que se produce especialmente para el Teatro Romano, aunque luego pueden girar por el resto del país.
¿Cómo valoraría el recorrido del Festival bajo su dirección?
No debería valorarlo yo, lo tendría que valorar gente de fuera, porque yo no voy a ser objetivo. Aunque soy muy crítico con el trabajo, creo que hemos conseguido colocar al Festival en el lugar que le corresponde, porque estaba muy deteriorado, y hemos conseguido que el Festival esté en ese lugar que había dejado de estar y, sobre todo, teniendo en cuenta que este Festival es el más longevo del país. Es el que más años tiene y ha pasado ya por distintos regímenes desde la República, la Dictadura y la Democracia. El otro día veía un cartel de 1933, que es el primer año del festival, donde Margarita Xirgu actuó por primera vez delante del presidente de la República, algo muy importante para el momento. Me gusta y entiendo que es importante que el presidente de la Junta y el Alcalde y el resto de autoridades públicas estén presentes en los hechos culturales dándoles su apoyo. Eso es dar ejemplo de que lo que tiene que hacer un político en relación a la materia cultural en nuestro país.
¿Cuál sería el futuro del mismo si siguiera como director?
En teoría este es mi último año como director del Festival. Yo sí recomendaría a las personas que dirigieran el Festival en siguientes ediciones que conservaran lo bueno que ha tenido durante estos años el Festival y que incorporaran nuevas actividades. Durante estos ocho años he incorporado muchísimas actividades que no se hacían en otras ediciones, sobre todo, en la parte académica y en
la parte de formación. Creo que es importantísimo que haya conferencias, cursos, seminarios, talleres… es decir que haya Encuentros. He conseguido que autores contemporáneos escriban sobre