Carlos Enrique Hernaíz, Mauricio Phélan & Jonathan Camacho
Como primer señalamiento en esta aproximación encontramos que
la corrupción es percibida como un problema que ocupa un lugar importante para las personas, incluso frente a problemas de efecto más palpable
o directo sobre ellas y sus hogares, como suelen ser el desempleo, la inseguridad personal y los problemas económicos. Igualmente, sobresalen
de manera consistente dos países percibidos como los menos corruptos
de la región: Chile y Uruguay. En el extremo opuesto aparecen Bolivia,
Colombia, México y Venezuela como los más corruptos.
Entrar en el círculo perverso de la corrupción
De forma complementaria, algunos estudios indagan sobre la permisividad o la aceptación de las personas frente a las diferentes formas
de corrupción, las cuales pueden manifestarse en la vida cotidiana o en
la realización de algún trámite o adquisición de un servicio. La práctica de la corrupción en algunos casos termina siendo naturalizada por la
población, al punto que se adopta como mecanismo de sobrevivencia en
distintos ámbitos de la vida en sociedad. Se hace práctica común pagar
para obtener un servicio que por derecho le corresponde, o pagar para
agilizar un trámite. La organización Latinobarómetro indaga acerca de
esto mediante dos preguntas que, con una escala del 1 al 4, recorre desde muy de acuerdo hasta muy en desacuerdo.
La primera consulta es sobre la predisposición a pagar soborno (“pagar un soborno a un funcionario público si esta es la única forma de obtener las cosas”). Se analizan solamente las opciones extremas: muy de
acuerdo o muy en desacuerdo (tabla 4). En la región, en promedio, el
5.8 % estaría muy de acuerdo en pagar soborno y el 28.9 % muy en desacuerdo. Para la primera afirmación, encabezan la lista Costa Rica, Panamá y Perú; en el extremo opuesto, Argentina, México y Chile. Los que
rechazan pagar sobornos son Brasil, Argentina y Venezuela, y los que
consienten son Panamá, Honduras y Nicaragua. Es importante señalar,
162 | Paradigmas, jul.-dic., 2014, Vol. 6, No. 2, 131-177