El diálogo: condición imprescindible de la democracia
merece), esta se realiza frente a su partido político, del que no se desligan y sí siguen representando.
Para ponernos en acuerdo con los otros es necesario interpretar adecuadamente lo que piensan, sus intereses y costumbres, manteniendo una
sana distancia para no atropellarlos o anularlos y estar así en disposición
de llegar a acuerdos para una convivencia; pero esta no significa necesariamente estar en el justo medio, sino un espacio intermedio donde no se
imponga un tú o un yo, sino que se genere el acuerdo de nosotros, considerando lo que tenemos en común los seres humanos, como comunidad,
sin un con-vencer al otro, sino con un intercambio de puntos de vista,
razones, intenciones. Se trata entonces de generar un diálogo con sentido y no un debate en el que por la fuerza se impongan posiciones (donde siempre habrá un vencedor y una víctima). Para acordar es necesario
dejar de escuchar solo mi voz (aunque es la más cercana y, por tanto, se
escucha con mayor claridad) y poner atención a lo que tienen que decir los otros. Y más aún, hacerlo sinceramente, con la disposición de que
puedo modificar la posición que ostento al inicio del ejercicio dialógico;
de otra forma presenciaré debates, discusiones, con-vencimientos pero
no diálogo político, porque el objetivo que se persigue con la práctica de
este es transformar la realidad, puesto que si la palabra no se convierte
en verbo y no nos lleva a la acción es letra muerta, estéril.
Ahora bien, la comprensión de uno mismo es un acto de construcción y rec ɕ