Rosa María Lince Campillo & Martha Singer Sochet
no cuentan, porque no tienen voz para comunicarse directamente con
los demás miembros de la comunidad.
Intercambio de opiniones
La mejor manera de saber quién soy, y sobre todo quién quiero llegar a ser, es entrar en relación con los demás. Al identificar lo que nos
hace diferentes de los otros, también tomamos conciencia acerca de lo
que compartimos, que no es otra cosa que la condición de humanidad.
Si bien todos somos diferentes, tenemos las mismas necesidades humanas. Si lo que yo deseo es una buena vida, no hay por qué pensar que los
demás no la desean o no la necesitan, y solo sabré qué definen como vida
digna estableciendo el diálogo con los otros.
Por otra parte, asumir y respetar la pluralidad tiene un doble carácter
de igualdad y distinción, sin importar si son muchos los que comparten
una postura, o muy pocos o solo uno. Porque si no sé quién soy, tampoco sabré cómo quiero vivir y qué me hace falta para hacerlo. Como ya
mencionamos, me identifico cuando establezco relación con los otros, lo
que resulta muy importante cuando pensamos en planear políticas públicas, ya que no todos tenemos la misma perspectiva acerca de lo que
es conveniente, de lo que debemos producir para obtener los satisfactores para vivir, pero principalmente hacerlo de la manera que deseamos.
El representante político debe dialogar continuamente con la comunidad con el fin de determinar qué se necesita para el buen vivir e, incluso, definir qué se entiende por buen vivir. Es frecuente que en cuanto la
comunidad nombra a sus representantes para que tomen decisiones, estos pierden el contacto y la comunicación que, en el mejor de los casos,
sostuvieron durante la campaña electoral, volviéndose ajenos. Y en lugar de una rendición de cuentas directamente a la comunidad (quien la
112 | Paradigmas, jul.-dic., 2013, Vol. 5, No. 2, 101-130