Marradi
la vida cotidiana) es apropiada a esta actitud. Naturalmente, se trata de un
confín analítico: incluso un experimentador se da cuenta del hecho que, si
un trozo de hierro le cae sobre el pie, cuanto más pesado es, más le duele;
pero, a los efectos de un experimento sobre los movimientos brownsianos
de los átomos de hierro, el volumen total del trozo de hierro sobre el cual se
hace aquel experimento es tranquilamente descuidado.
Al considerar irrelevantes las diferencias entre objetos específicos del mismo tipo, se pueden conducir experimentos sobre cualquier objeto o conjunto de objetos extendiendo los resultados a todos los objetos del mismo tipo.
Cuando el físico japonés Yukawa conducía sus experimentos sobre mesones,
ni él ni sus colegas europeos decían o pensaban: “esto es un resultado que tiene valor para los mesones que se encuentran en Yokohama y en aquel particular pedazo de materia; pero, ¿quién sabe si tendrá validez para un mesón
europeo?”
Esto conlleva una consecuencia estructural extremamente relevante
para la diferencia entre la familia del experimento y la familia de la asociación. En el experimento ideal típico se actúa sobre un único objeto considerado típico o representativo de todos los objetos de su especie; por ejemplo,
un núcleo de cromo considerado normal. Los datos en el vector que se trata
con instrumentos matemáticos se refieren a estados de aquel objeto en algunas propiedades en situaciones diferentes –usualmente, vinculadas a diferentes momentos–. La elaboración matemática de los datos se desarrolla
típicamente sobre vectores relativos a este único objeto. El supuesto de irrelevancia permite extender después los resultados del experimento a todos
los otros ejemplares del mismo género de objetos. Naturalmente, ese supuesto no tiene mucha cabida en las ciencias humanas. El psicólogo norteamericano que conduce un “experimento” sobre los alumnos de su clase,
e imagina que los resultados se extienden a todos los seres humanos que vivieron, viven y vivirán sobre esta tierra, una vez más no se da cuenta de la
diferencia entre los seres humanos y los átomos de hierro.
28 | Paradigmas, ene.-jun., 2013, Vol. 5, No. 1, 11-38