Los dos senderos de la episteme: conocimiento científico en la tradición de Platón y Aristóteles
decir, anterior a toda experiencia observacional. Una de las más importantes de estas expectativas es la de hallar una regularidad. Está vinculada a una propensión innata a buscar regularidades o a una necesidad de hallar regularidades, como podemos verlo en el placer del niño que satisface esta necesidad( Popper, 1972, p. 72-73).
Aunque en ocasiones no se tenga consciencia de ello, muchas comunidades epistémicas asumen hoy día que a la esencia de las cosas solo se llega por la razón y que lo percibido de manera sensorial es aparente y no necesariamente verdadero; que lo que los sentidos perciben son los fenómenos y que, la razón, trabajando con las sensaciones, poco a poco va acercándose a la esencia. La esencia solo es conocida por medio de la investigación científica y“ los datos sensoriales, cuya existencia es incuestionable, no son prueba suficiente de la existencia del mundo externo”( Clemente, 2000, p. 45).
Antes que Platón, Demócrito planteó la incapacidad de los sentidos para percibir lo verdadero dado el diminuto tamaño de los átomos en los cuales se encuentra. Pero fue Platón quien desarrolló plenamente la diferencia entre apariencia y verdad, señalando que la primera corresponde a los sentidos y la segunda a la razón, al alma. El hombre vive aprisionado en su cuerpo cuya sensorialidad le impide el acceso a la verdad y lo reduce a la apariencia. Pero, no se trata de dos mundos – uno sensorial y otro racional – sino de uno solo, el cual es apropiado cognitivamente de dos maneras diferentes. El cuerpo en el que el alma encarna está dotado de sentidos con los que, de manera inmediata, percibe las cosas tomando la sensación como certeza inmediata. Lo percibido por los sentidos cambia frecuentemente, desaparece; en cambio, lo permanente, lo inmortal, solo es percibido por el alma, por la razón, de ahí que lo percibido sensorialmente es aparente y lo percibido racionalmente es lo verdadero.
Lo que se percibe con los sentidos no es perfecto porque los sentidos están inhabilitados para hacerlo. Lo perfecto está en los objetos, pero solo puede ser captado por la razón y para ello no requiere de los sentidos y, por tanto, del contacto con lo real. Se ve la hoja de un árbol que no es una esfera perfecta, ni un triángulo o cuadrado perfecto, sino que parece una combinación de estos; pero es perfecta, solo que la forma ideal no es perceptible
Paradigmas, ene.-jun., 2012, Vol. 4, No. 1, 41-66 | 57