Perspectivas ontológicas, epistemológicas y metodológicas
contenido no conceptual de los hechos artísticos se traduce así en su supuesta forma no cognitiva.
Mientras que hay un método racional capaz de poner a la ciencia en la senda segura de un camino acumulativo – que hace obligatoria la adopción de ciertas verdades que solo ella puede proporcionar –, el arte no tiene método o reglas que garanticen el logro de una legalidad universal. Asimismo, como el conocimiento es asunto de verdades que requieren la experiencia del mundo real para ser justificadas, el arte queda relegado de su ámbito por ser producción ficcional que suspende tal referencia( Gaut, 2003).
En tal sentido, la obra de arte estaría fuera del campo del conocimiento. ¿ Cómo podría haber conocimiento de lo único?, ¿ cómo pueden experiencias no controladas voluntariamente ser experiencias de algo real?, ¿ qué tiene de importante y significativo esa individualidad que es la obra de arte para reivindicar su carácter cognitivo?
Las concepciones modernas no solo han modelado la noción de conocimiento, sino además las reflexiones en torno al arte y lo estético. Algunas nociones habituales relacionadas con la producción artística han puesto un énfasis excesivo en la creatividad, la emoción y la inmediatez; lo que ha alimentado, de este modo, la idea de que el arte es una cuestión de pura inspiración y que la obra de arte aflora de repente en la conciencia del artista y solo necesita tomar cuerpo en algo.
Respecto de la recepción, Alexander Baumgarten( 1750, citado por Jiménez, 1992) asignó al dominio de lo estético el valor de conocimiento. El término aiesthesis( origen de la palabra latina aesthetica) significó para Baumgarten la respuesta subjetiva sensual a los objetos; es decir, la gratificación de una sensación corporal, antes que los objetos mismos. A este saber ligado a la sensación corporal, Baumgarten lo llamó también « arte de la razón análoga » o « arte del pensar bellamente » y la perfección del conocimiento sensible, la belleza, se convirtió en el fin y objeto de la estética. La experiencia estética es entendida, entonces, como un conocimiento, pero exclusivamente sensible; por lo tanto, se trata – en el marco del pensamiento ilustrado – de un conocimiento inferior del que la razón no puede dar cuenta. La belleza se convierte así en algo indefinible, es un « je ne sais quoi »( Baumgarten, 1750, citado por Jiménez, 1992, p. 31).
Sin embargo, Kant( 1790, citado por Jiménez, 2002) sostiene que el juicio de gusto no es lógico sino estético, lo que significa para él que no es un juicio cognoscitivo. Agrega que la experiencia estética es desinteresada, dado que el juicio
������������jul.-dic., 2011, Vol. 3, No. 2, 89-107 | 93