La responsabilidad de la universidad
descuidada?, ¿ hasta qué punto se puede promocionar la competitividad sin que se vuelva poco profesional y ética?, ¿ qué tan laxa puede llegar a ser la supervisión( por ejemplo, en los grandes laboratorios) y la responsabilidad( por ejemplo, para el contenido de publicaciones) sin arriesgar de manera inaceptable los « altos estándares éticos »?
Las universidades no pueden ignorar estas preguntas sin correr el riesgo de perder su credibilidad y la confianza pública cuando el trabajo mal hecho y los estándares éticos marginales se convierten en temas de escrutinio y debate públicos. Es arrogante e irresponsable sugerir, como se ha hecho en respuesta a las preocupaciones por la posibilidad de intervención gubernamental en casos de « ciencia descuidada », que el público no tiene ningún derecho de preocuparse por la ciencia mal hecha y por las conductas éticas inapropiadas que no alcanzan el umbral de fraude, fabricación y plagio.
Responsabilidad 3. Las universidades deberían tanto promover la conducta responsable como monitorear las conductas éticas inapropiadas.
En la última década se ha incrementado la demanda por políticas proactivas para combatir las conductas éticas inapropiadas; es decir, por políticas que vayan más allá del monitoreo de tales conductas y que más bien busquen la promoción de conductas responsables en la investigación( Steneck, 1993). Este tipo de políticas tienen sentido por las siguientes razones: cualquier persona que ha pasado por una fiscalización ética sabe que la prevención es sin duda el mejor camino. En otras palabras, el interés propio proporciona la motivación para la formulación de políticas proactivas. Sin embargo, aún más importante es que, en su calidad de principales educadores de los investigadores profesionales, las universidades tienen la responsabilidad profesional( y, yo diría, también ética) de incluir la ética investigativa como materia en sus programas de posgrado, así como en sus normas y reglas para el desarrollo de las investigaciones. Esta responsabilidad también requiere que los programas proactivos relacionados con la ética en la investigación sean efectivos, al ser diseñados para tener un impacto. Si las universidades pretenden que el público crea que se está tomando en serio la integridad, ellas mismas deberán juiciosamente asumir la responsabilidad de promover altos estándares éticos.
Paradigmas, ene.-jun., 2011, Vol. 3, No. 1, 49-57 | 55