Paradigmas Vol. 3, No. 1 | Page 54

Steneck
la investigación representan un problema para las universidades, independientemente de si la incidencia de éstas se considera estadísticamente o numéricamente significativa.
2. ¿ Deben las universidades desempeñar un papel protagonista en el monitoreo de las conductas éticas inapropiadas en la investigación? De manera predeterminada, la respuesta a esta pregunta también debe ser « sí ». « De manera predeterminada » porque es posible que las otras dos instituciones que están en la posición de enfrentar las conductas éticas inapropiadas – las asociaciones profesionales y el gobierno –, no sean socios calificados o deseables en el proceso del monitoreo de la investigación.
A las organizaciones profesionales les faltan los recursos y la autoridad para asumir un papel central en el estudio las conductas éticas inapropiadas; además, posiblemente también les falte voluntad para hacerlo. Examinar dichas conductas puede llevar mucho tiempo y, si esto conlleva acciones legales, también es costoso. Pocas asociaciones profesionales tienen el personal o los recursos suficientes para realizar tales indagaciones. Asimismo, dado que la membresía de una asociación profesional es generalmente voluntaria, su autoridad para investigar y su poder para imponer castigos es limitada.
Por su parte, el gobierno estatal, como principal patrocinador de la investigación universitaria, tiene tanto los recursos como la autoridad para asumir un papel protagonista en el examen de las conductas éticas inapropiadas. No obstante, depender de mecanismos gubernamentales( engorrosos y necesariamente legalistas) para garantizar la integridad de la investigación universitaria puede socavar la transparencia y el profesionalismo. Además, necesitar al gobierno para garantizar la integridad de la investigación sugiere que las universidades no son capaces de realizar esta tarea por sí mismas; una insinuación que hace poco por reforzar la confianza pública en las universidades y en sus programas de investigación.

52 | Paradigmas, ene.-jun., 2011, Vol. 3, No. 1, 49-57