Paradigmas Vol. 3, No. 1 | Page 46

Mejía Navarrete
sensación de era del vacío y se desarrolla el individualismo. Sin embargo, el individualismo crea más bien una situación social de caos organizador, donde se combinan la lógica desorganizadora y, simultáneamente, la lógica de reorganización de la propia sociedad. Por lo tanto, la sociedad individualista es, al mismo tiempo, entrópica y reguladora.
En efecto, una tendencia es el individualismo irresponsable que puede llevar a la destrucción de la sociedad y corresponde al tipo del hombre nihilista que genera anarquía e incertidumbre. Aquí se impulsa una ética sin deber, sin responsabilidad frente a sus acciones, situación que genera la emergencia, desarrollo y predominio de su forma contraria, el individualismo responsable; éste impulsa la restauración de la sociedad, trae orden y reequilibrio; esto es, el desarrollo del individualismo « unido a las reglas morales, a la equidad y al futuro »( Lipovesky, 1994, p. 15). Estamos frente a la figura del sujeto con responsabilidad frente a sus acciones. Ser ético quiere decir estar obligado a decidir en un mundo de incertidumbres y amenazas de destrucción.
Esta transformación cultural de la sociedad involucra todas las dimensiones del hombre contemporáneo, tanto en su aspecto individual como social. Lipovesky se detiene en extenso a analizar el concepto de ética de la responsabilidad social como una de las claves para comprender la época actual; de modo particular considera que « con la ética de los negocios hace su aparición una figura típica de la posmodernidad »( 1994, p. 248).
Frente al desarrollo del individualismo egoísta de las empresas que buscan la ganancia a corto plazo y la hipercompetencia materialista( que pueden llevar a un mundo donde predomine el consumismo) se encuentran la pobreza, la destrucción del medio ambiente, las discriminaciones sociales y la de destrucción del hombre y la naturaleza. También Lipovesky señala que desde las propias empresas emerge otro « individualismo moderado y‘ prudente’», surgiendo como tendencia una « personalidad moral de la empresa ».( 1994, p. 255).
Para Lipovesky, la responsabilidad social es un concepto que corresponde a la propia estructura organizativa de la empresa, siendo parte de la gestión institucional: « la autonomía( institucional) ya no se ve como emancipación frente a las reglas morales sino como autoinstitución a la vez voluntarista y modesta »( 1994, p. 255).
En ese contexto, la ética de la responsabilidad social se caracteriza por la superación de la sola finalidad estrictamente económica de la empresa; ahora, también

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