Paradigmas Vol. 3, No. 1 | Page 44

Mejía Navarrete
Sin embargo, es con el « Manifiesto de Gotinga »( 1958), firmado por 18 físicos nucleares( muchos de ellos premios Nobel de Alemania), cuando cobra pleno sentido la relación entre ciencia con la ética de la responsabilidad con la humanidad, al considerar una obligación difundir sus puntos de vista a la sociedad. El texto expresaba lo siguiente: « A nosotros profesionales de la ciencia pura y sus aplicaciones, además de formadores de jóvenes científicos, nos afecta una enorme responsabilidad sobre los posibles efectos de la progresión en el armamento nuclear »( citado por Fernández, 1999).
Una situación parecida ocurre con la biología, disciplina que tiene una importancia fundamental en las últimas décadas del siglo xx. Sus descubrimientos sobre las claves últimas de la vida y la muerte, el mapa genético – en particular del hombre – son más asombrosos y podrían ser muchos más peligrosos para la humanidad que los de la física atómica. La ciencia en general, y las ciencias biológicas en particular, no pueden ser neutrales dado que sus descubrimientos pueden tener enormes consecuencias en el desarrollo de la humanidad. Necesariamente tienen que poseer una ética de responsabilidad frente a las decisiones y actos que emprendan. Ello se expresa claramente en la bioética, disciplina iniciada en 1970 por el químico y biólogo norteamericano Van Rensselaer Potter. Este científico( 1971) propone el concepto de ética de la responsabilidad para las ciencias biológicas como una forma de controlar el enorme desarrollo científico actual del hombre que le asigna un fabuloso poder para manipular la vida, la sociedad y el medio ambiente, obligando a reorientar este nuevo poder en beneficio del hombre y de su entorno natural; asimismo, señala que su propuesta significa un medio para superar el divorcio entre la ciencia y las humanidades( Gracia, 2008).
Por lo tanto, desde 1945 las ciencias asumen la ética de la responsabilidad, sin dejar de ser objetivas y comprometidas, buscando la verdad y la justicia humana. El Premio Nobel de química, Ilya Prigogine llama a esto el predominio del « reencanto del mundo »( 2002, p. 293).
Estos planteamientos fueron asumidos y desarrollados por la filosofía durante la segunda mitad del siglo xx. Martin Heidegger publica, en 1953, La pregunta por la técnica, obra que aparece inmediatamente después de la explosión de la primera bomba de hidrógeno en 1952. Frente al desarrollo vertiginoso de la ciencia, Heidegger señala que ésta nunca ha debido desarrollar el concepto de neutralidad valorativa y mucho menos en la actualidad; al contrario, la ciencia tiene una

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