Paradigmas Vol. 3, No. 1 | Page 38

Mejía Navarrete
ética que directamente se infiere de sus argumentos expuestos. El término responsabilidad propiamente recién será establecido a fines del siglo xix por Friedrich Nietzsche.
En efecto, el advenimiento de la modernidad significa el desarrollo de la libertad individual frente a las prohibiciones y obligaciones del Medioevo pero, al mismo tiempo, cuando la libertad se va institucionalizando y se hace parte de la vida cotidiana, emerge la responsabilidad frente a la libertad de las acciones del hombre contemporáneo( Bauman, 2010). En esa dirección, la Teoría de los sentimientos morales es una alegoría a la idea de responsabilidad en relación al comportamiento de las personas. Para Adam Smith( 2004) lograr la felicidad humana supone un equilibrio entre la conducta individual basada en el egoísmo y la benevolencia: « Y de ahí resulta que sentir mucho por los otros y poco por sí mismo, restringir los impulsos egoístas y dejarse dominar por los efectos benevolentes, constituye la perfección de la humanidad; y sólo así puede darse en la humanidad esa armonía de sentimientos y pasiones »( p. 53).
El egoísmo define las pasiones personales; es el interés utilitario individual, dirigido de sí mismo. Mientras que la benevolencia son las pasiones sociales, sentimientos morales positivos dirigidos hacia los demás, de la misma forma el autor considera que también hay pasiones antisociales, sentimientos negativos dirigidos hacia los otros. En esa dirección, el hombre se reconoce como miembro de una comunidad, que lo vincula directamente con los otros miembros de la sociedad; así, la ética aparece cuando el individuo debe hacerse responsable de las implicaciones de su acción egoísta y cuando se identifica como parte de la humanidad, por medio de las pasiones o sentimientos sociales.
Adam Smith establece que la naturaleza humana no sólo corresponde a un ser individual egoísta. El ser social necesita de los otros para lograr la felicidad; por lo tanto, propone la ampliación de la condición de sí mismo más allá del individuo egoísta, extendiéndola hacia el resto de la sociedad: « por más egoísta que quiera suponerse al hombre, evidentemente hay algunos elementos en su naturaleza que lo hacen interesarse en la suerte de los otros de tal modo, que la felicidad de éstos le es necesaria »( 2004, p. 29).
La sociedad como un todo en Adam Smith se delimita por los conceptos de simpatía y de inercial espectador. La sociedad no se debe excesivamente a individuos egoístas como elementos aislados; se trata más bien de un ser social, un

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