Paradigmas Vol. 3, No. 1 | Page 28

Covarrubias Villa, Cruz Navarro & Chacón Ángel
Nicolás de Cusa declara la infinitud del universo y Giordano Bruno la asume negando explícitamente la existencia de un centro en el universo. Descartes, por cuestiones religiosas, se niega a llamar infinito al universo porque tal calificativo sólo corresponde a Dios y opta por llamarlo « indefinido »( Labastida, 1976, p. 204). Galileo definitivamente se declara partidario de la finitud y Newton formula la teoría del universo como un infinito vacío. « Véase, entonces, todo lo que puede implicar el cambio de acento en un tipo de movimiento: el circular o el rectilíneo: el circular se da en un mundo cerrado, el recto, en cambio, en un mundo abierto y potencialmente infinito: el movimiento en línea recta destruye las fronteras del cosmos »( Labastida, 1976, p. 204).
Efectivamente, la línea curva delimita un espacio contenido en su interior; la línea recta es el vacío porque no incluye nada. Las figuras geométricas tienen límites; la línea recta no. La línea de la figura posee un espacio limitado por ella con posibilidades de ser medido, en tanto que la recta no contiene espacio alguno sino que ella se encuentra contenida en él, resultando inmensurable( inmenso) e infinito( interminable) dado que el espacio se continúa con la línea misma. La idea de espacio infinito y su carácter inmensurable en tanto universo, plantea el problema de su medición no en tanto espacio total sino absoluto. El universo es inmensurable como tal pero, pensado como absoluto se reduce a la medida y se diluye en ella. Más allá de que el universo no pueda ser medido, lo existente en él sí puede serlo convirtiéndose « los objetos » o « las sustancias » en centímetros, pulgadas, leguas o micras, tornándose la distancia entre objetos y los lugares ocupados por ellos en la universalidad expresada en la cuantificación de su medida. De este modo, la medida conduce al absoluto en cuanto contenido universal de lo concreto.
Del espacio infinito se transita al espacio absoluto y de éste al tiempo absoluto y al movimiento absoluto. El movimiento se mide por el tiempo y no por la distancia, es decir, no por la substancia por la cual se desplazó y el tiempo, el espacio y el movimiento acaban siendo conocidos por lo que no son, por los números resultantes de su matematización. Dice el cardenal de Cusa:
puesto que el movimiento del cielo es numerado por la mente, y el tiempo es la medida del movimiento, el tiempo no puede agotar la capacidad de la mente, sino que ésta siempre permanecerá como término, medida y determinación de todas las cosas medibles. Los instrumentos que la mente humana

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